Casi a ras de suelo, a veces erguidas
como queriendo sacar el cuello
por encima de la mediocridad.
Humildes, sencillas, originales,
pero sin pedigrí y lanzadas a multicopia
formando una niebla de espesura.
Frágiles y uniformadas en formación,
sencillez y frescura en pocas hojas,
una mirada alegre como de abéñula,
una sonrisa con la comisura manchada
y un guiño amarillo como epicentro.
Simpleza, sencillez, humildad, esplendor,
como muchachada jovial, que del brazo,
son el foco de todas las miradas.
Felices, frescas, fugaces, flor sin fruto,
fidelidad fidedigna y festiva
en el común discurrir de la vida.
Un regalo de la creación, un foco
que nunca pasa desapercibido,
como tilde que acentúa
el agradable envés de la vida.
Hasta su simbología es bonita: inocencia, amor eterno, modestia, sabiduría espiritual, fidelidad, misticismo y recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por tus subrayados, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Preciosas violetas y preciosos versos.
ResponderEliminarSaludos
Muchísimas gracia (moltes graçies) Francesc.
EliminarUn abrazo.
Estas violetas que me han recordado a mi madre que siempre tenía en el salón un tiesto con estas bonitas y sencillas flores. Saludos
ResponderEliminarAunque no he hecho mención a ello, mi madre era muy amante de las flores y la recuerdo distribuyendo mimos y riegos entre ellas.
EliminarUn abrazo.
Y muy afortunadas al haber sido captadas por la visión de este poeta que las ha percibido totalmente. La descripción de su rostro, la mirada, sonrisa y guiño es fascinante. Gracias por tanta belleza.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
¡Cuánta generosidad hay en tus palabras, Sara. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
Merche
ResponderEliminarPa' lucirlo en el ojal
EliminarUna sonrisa
En su humildad y sencillez habita su grandeza...Hermosas violetas, que laten en tus versos, amigo poeta.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz domingo.
Tus estímulos, María Jesús, son de una gran valía para mí.
EliminarUn fuerte abrazo.