Casi a ras de suelo, a veces erguidas
como queriendo sacar el cuello
por encima de la mediocridad.
Humildes, sencillas, originales,
pero sin pedigrí y lanzadas a multicopia
formando una niebla de espesura.
Frágiles y uniformadas en formación,
sencillez y frescura en pocas hojas,
una mirada alegre como de abéñula,
una sonrisa con la comisura manchada
y un guiño amarillo como epicentro.
Simpleza, sencillez, humildad, esplendor,
como muchachada jovial, que del brazo,
son el foco de todas las miradas.
Felices, frescas, fugaces, flor sin fruto,
fidelidad fidedigna y festiva
en el común discurrir de la vida.
Un regalo de la creación, un foco
que nunca pasa desapercibido,
como tilde que acentúa
el agradable envés de la vida.
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