Uno imagina que en la madrugada
vive el vacío,
esa oquedad donde todo es más perceptible,
pero se ha tomado una pausa
para facilitar el descanso.
El farol de la esquina
sigue tercamente encendido
hasta después del alba,
de vez en cuando un automóvil
del que se desconoce procedencia y destino,
a cada rato unos voceadores
que han hecho de la madrugada
residencia habitual
y el camión de la basura,
con su estridencia singular y extrema
y su pauta casi regulada
cumplidora de un cuadrante
en una mesa de despacho.
No así los perros, estos no siguen un patrón
sino que ladran por libre
ante las molestias externas.
Sin pausa. Quienes nos ignoran
no tienen un momento de sosiego
y fluyen sin pausa como un derroche obsceno.
Ya no hay madrugadas con ese vacio que dices, el capitalismo puso la rueda a rodar y se trabaja las 24 horas del día y son miles millones de personas las que currelan a esas horas que antes solo eran para dormir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, Emilio, yo mismo he trabajado algunas noches, aunque no ha sido lo más frecuente. Pero el respeto es buen compañero del trabajo y no una justificación para alterar la paz.
EliminarUn abrazo.
Bueno yo tengo que dar gracias porque las noches son bastantes tranquilas en mi pueblo, sólo se alborotan en fiestas. Saludos
ResponderEliminarEse tiempo marcado de fiesta es normal que así sea, pero no un ordinario hecho costumbre, Charo.
EliminarUn abrazo.
Al parecer, parte de la noche, te la pasas en blanco.
ResponderEliminarUn abrazo.
Habitualmente no. Por suerte suelo descansar bien. Solo cuando hay alteraciones.
EliminarUn abrazo.