Un monosílabo,
un nombre común
que se hace obsesivo
cuando hay hambre.
Son muchos los hombres
que pasan hambre,
también los niños;
son muchos los hombre,
y los niños,
que tiran cada día
pan duro
o
se lo echan a las palomas,
o a los perros.
¡Qué duro tener hambre sin pan!
¡Qué ocioso tener pan sin hambre!
Existe otro pan,
el consagrado,
el que nos induce
a partir y compartir el pan;
pero andamos enredados
en el posesivo:
yo, mi, me, conmigo…
Y nos olvidamos
del mandato del pan consagrado:
No hay comentarios:
Publicar un comentario