El silencio y el alboroto
son música de un mismo origen,
cara y envés de la misma partitura:
hay quien pasa de puntillas,
como volátil estrella de ballet
que besa el aire sin rozarlo
y quien organiza un sarao
con ecos de marabunta
y se desgañita
sin importarle interrumpir
el descanso de quienes duermen
o pelean con la almohada
tratando de abrazarse al sueño.
La misma situación,
dos actitudes.
Tal vez los mismos que arrojan al suelo
los restos de sus gozos
y de sus sombras mezquinas,
los vómitos de una educación deficiente
porque ya vendrá quien limpia
y le llamarán a medio día
cuando todo esté servido.
La prudencia es silente,
piensa en el otro y baja el tono:
la mala educación
es ese suspenso general
alcanzado con méritos sobrados
en la escuela y en el hogar.
Tal vez por eso,
dice el saber popular:
“de tal palo, tal astilla.”
La mala educación es ruidosa y podemos decir que tiene todos los males que podemos añadirle.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Emilio, y me dieron la noche.
EliminarUn abrazo.
La diversión de muchas gentes , es ir por las zonas publicas haciendo el mayor ruído, aunque sea a altas horas de la noche.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y sin pensar que hay gente que a esa hora está descansando, Antonia.
EliminarUn abrazo.
Si, la falta de educación y valores propicia el ruído y el desorden...Falta el respeto, la prudencia y las buenas formas.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz septiembre, amigo.
Lo grave, María Jesús, es que la falta de educación afecta a la convivencia en todos sus planos.
EliminarUn abrazo.