26 diciembre 2018

MI HABITACIÓN




Mi habitación es un poliedro:
cuatro paredes en tres vanos
y un acristalado balcón
que se asoma curioso al patio interior,
donde las plantas evocan al parque
y le mienten a los sentidos
creando un universo ficticio en la memoria.

Líneas rectas, sencillez y nada artificioso;
lo sucinto, lo imprescindible y austero
para el descanso.

Desde el techo, se derrama sobre la cama
un sol eléctrico, en la mesita de noche
un e-book predispuesto para el sombrío insomnio
y un radio-reloj con el que salir al exterior
y tomarle el pulso a la vida.

En mi cuerpo, la constante llamada
al descanso; en mi ánimo, huir del encierro
mientras pueda quedar en libertad
y en la memoria una suerte de personas tan interesantes
como para apetecer una y otra vez el encuentro.

2 comentarios:

  1. No es bueno quedarse encerrado en una habitación y sólo desear descanso, hay que hacerle caso a ese ánimo que nos llama a la huida del encierro.Saludos

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    1. Por supuesto que no, Charo. La vida no está tampoco en encerrarnos en nosotros mismos sino en todo y en todos los que nos rodean.

      Un abrazo.

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