Un ángel de bucles amarillos
como filigranas áuricas
en cuyas cascadas sonaban
endechas.
Cuando todavía hablaba
con muy escaso vocabulario
y había que esforzarse para
entenderla,
se subía a una banqueta
e imitaba a mamá
con el arqueo de su brazo
izquierdo
que se diría congénito,
y posaba el arpa con la
suavidad de una pavesa,
hecha madera noble, sobre su
hombro derecho.
Acariciaban las cuerdas
sus frágiles dedos,
como gorrión que picotea la
merienda de un niño,
arrancando sonidos que no
aparecen en los pentagramas.
Tenía cierta dificultad
para relacionarse con otros
niños,
pero embelesaba a los
mayores
con sus trenzados y trémulos
armónicos.
Bello texto lleno de magias
ResponderEliminarMuchas gracias, Recomenzar, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Bonito y poético. Es verdad los niños cuando tocan arrancan sonidos que no están en los pentagramas... Genial. Felicidades
ResponderEliminarMe alegra enormemente que te haya gustado, Rosa María. Gracias por manifestarlo.
EliminarUn abrazo.
Ese "angel" además de brindar su bella música inspiró a un poeta un bonito poema.Saludos
ResponderEliminarGracias, Charo. Como bien has intuido, todo ha nacido a la vista de esta tierna imagen.
EliminarUn abrazo.