Después de miles de años,
de millones de lunas
que cambiaron de fase
y de estética: a veces media
sonrisa,
otras de luminosidad plena;
después de que el agua de
lluvia
acabara por un camino u otro
abrazándose a la salinidad
de los mares
para hacerse unidad líquida;
después de que el homo
se pusiera de pie, y
caminara encorvado
para finalmente estirarse
por encima de todo y de
todos;
después de tanto
alumbramiento
con dolor y de tanta muerte
en soledad
o acompañada con llanto y
silencio,
todavía no ha aprendido el
ser humano
a respetar ni a respetarse,
a dilucidar que cuando cae
el telón
la vida sigue su galope
incesante
y aquí se quedan todos sus
jadeos,
todos los sudores y todos
los ajuares.
Después de miles de años,
seguimos instalados en la
ignorancia.
Cierto......seguimos ignorantes... un placer volver a leerte...saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sandra, es un placer saber que lees lo que escribo.
EliminarUn abrazo.
El problema es que en esa evolución el hombre no ha dejado de ser un depredador solitario (olvidemos lo de social que queda muy bien en los libros).
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Emilio, por venir a completar mis ideas.
EliminarUn abrazo.
En efecto, somos unos pobres ignorantes. Y así nos luce el pelo.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y lo peor es que nos creemos los reyes de la creación. ¡Ay, Cayetano!
EliminarUn abrazo.
El espíritu anda aún muy encorvado, pendiente de posesiones, lindes y espejismos...Aún no se ha estirado para mirar el cielo...
ResponderEliminarMi abrazo y feliz noche
¡¡Cuánta razón tienes, María Jesús! La prueba la tenemos en los acontecimientos del día a día: el hombre no ha dejado de mirarse el ombligo.
EliminarUn cálido abrazo.