08 agosto 2018

INCENDIO





Verano. Calor, sí calor;
es inútil negarlo, como
inútil es poner palabras para refrescar
al verano o acallar a las chicharras
en sus recitales de sobremesa.

Los incendios se encaraman a los informativos
y aparecen con la sagacidad
de lo fortuito. Cuando uno queda controlado,
aparecen otros tres.
¿Fortuito? ¡Quizás! ¿Quién sabe!

La furia del verano es un termómetro
que se derrite, playas
que se colapsan, carreteras que se desbordan
por arcenes imposibles y heladerías que se visten
de atractivos y gélidos colores. Contrastes.

No me llegan las palabras.
Es inútil. Todo tiene su cometido,
pero las palabras son hoy fuegos de artificio
que emborronan figuras efímeras
y se sostienen el tiempo del humo:
frustración que mascullo.
Hoy quiero hacer un incendio con las palabras.

6 comentarios:

  1. Cada verano, una nueva ración de lo mismo. Hasta que acabemos con todo. Sensación de rabia e impotencia.
    Un abrazo, Paco.

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    1. También un día acabaré incendiando las palabras y dejaré esta actividad.

      Un abrazo.

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  2. ¡Ojalá este verano no se repita un desastre similar al de Portugal, Galicia o Asturias el verano pasado! Pocas veces lloro de forma tan sentida, como cuando contemplo un bosque o un monte quemándose. Un besazo.

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    1. Ojalá, Sechat, pero todavía falta bastante verano y ya van algunos de fuerte trascendencia como los de Huelva y el Algarve.

      Un beso.

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  3. Es una pena que el verano, tiempo de descanso y disfrute nos lleve a estos desastres, que casi siempre el hombre es el culpable...El calor nos vuelve a todos locos, sin orden ni concierto...Hasta las palabras arden, como bien dices, Francisco.
    Mi abrazo y feliz fin de semana.

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    1. También ardo yo de emoción con tus comentarios, María Jesús.

      Un abrazo.

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