Entre el amor y el odio,
la horquilla de las
fluctuaciones del hombre.
Al parecer, fuimos hechos
para amar,
pero tantas veces lo nocivo
es más atractivo,
más colorido y más sabroso…
Del amor se conoce el TÚ,
la bondad sometida,
el plácet dejando ser al
otro
y emulsionarse uno hasta
desaparecer
como pizca de sal o gotas de
angostura.
No así el odio. Contundente
el YO,
el solomillo que da nombre
al plato,
la tilde del perifollo verde
cuando está todo emplatado
erigiéndose en rey de
satisfacciones.
Entre el amor y el odio,
un pronombre personal que se
anticipa
y toma preponderancia
anulando al resto,
que toda acción la conjuga
sobre sí,
por sí y para sí.
Entre el amor y el odio,
una mirada estrábica, un
reflejo desvirtuado
que no permite positivar
ninguna otra figura.
Entre el amor y el odio, la conjunción copulativa. Y no pienses mal.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Antes que la oración y cada una de sus partes, tras el sustantivo, la cópula.
EliminarUn fuerte abrazo, Cayetano.