Así como la noche acentúa
la luz de las estrellas
y la oscuridad las favorece,
así la fragancia del jazmín
cuando es biznaga en tu
pelo.
Me llegó su fragancia
cuando creí adivinarte a lo
lejos,
en el contraluz de este sol
poniente
que ya es rescoldo anaranjado
que se despide por hoy.
Te acercabas con el firme
pendular de tus caderas,
oscilantes, remecidas
como mi dicha por el
inminente encuentro,
pero le faltaban quilates de
donaire
para ser la granada de tu
boca
y la sonrisa de tus ojos
cuando nos encontramos.
Sí, lo admito; era una flor,
mas flor marchita
de otro jardín, de otros
aledaños.
A veces el presente nos trae lo pasado y lo vivido, que permanece en el altar del recuerdo...Y es que siempre digo que, el tiempo no existe, lo esencial habita en el corazón eternamente...Muy bello, Francisco.
ResponderEliminarTambién soy de esa opinión respecto al tiempo, María Jesús. El tiempo una invención humana con la que ordenar nuestra vida.
EliminarUn abrazo.