Fotografía de Escolástico Martín Jiménez |
Los atardeceres se visten de
incendio
cuando el otoño pasa la hoja
del calendario;
se tiñe el crepúsculo
de encarnados nubarrones
que en lugar de amenazas
agitan sus brazos de pintor
enloquecido,
embadurnando cielo y mar
de apasionada despedida.
Ya han comenzado a acortar
los días,
amanece más tarde y atardece
con languidez y desgana;
en los tramos azules,
amenazas
de un tiempo revuelto
como siempre se retuercen
los cambios
en la naturaleza humana.
Vendrán días de lluvia y
paraguas;
la arboleda destejerá la
clorofila
en mustio apagado, tendente
al ocre;
en los suelos chasqueará el
crujido
de los pasos perdido con
música
de acompañamiento, camino
del inicio de curso:
una suerte de muerte previa
a la dormición invernal y al
renacer.
Buena falta hace que llueva, espero con ganas que, en mis paseos matinales, el vaho surja del suelo como forma fantasmagórica.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad esa falta de lluvia. Hace unos días cayó en Ojén en unos minutos una tromba de agua, pero esa que arroya sin regar y se pierde con todo lo que arrastra. Tengo deseos de soltar la manga corta, de que se adentre el otoño y de pisar hojas muertas recordando la música.
EliminarUn abrazo.
Francisco, esos cielos rojizos y revueltos presagian cambios...Todo es muerte y vida y el otoño viene a recordarnos que es necesario morir con todo nuestro ropaje y quedarnos desnudos, hermanados a la humildad para poder renacer de nuevo...
ResponderEliminarMi felicitación por hacerte paisaje otoñal y sentir en tu alma esa agonía lenta de los árboles, que los lleva hacia su transformación interior.
Mi abrazo de luz y mi cariño, amigo.
M.Jesús
¡Qué bonito, María Jesús! Pero no acabamos de asimilar ese continuo de muerte que trae vida. Quienes hemos nacido en el medio rural lo tenemos más asumidos, pero no traspasamos el campo de los sembrados para llegar a lo humano. Un día querremos pasar por la puerta estrecha y entonces comprenderemos que el orgullo nos distanció y nos cambió la talla.
EliminarGracias, María Jesús, por estar y por tus pistas sobre las que deslizarnos.
Besos abrazados.
Un poema descriptivo muy bonito .
ResponderEliminarDespués del comentario de María Jesús , poco tengo para decirte.Hago mías sus palabras, me gustan mucho COMO SIEMPRE.
Un abrazo
No hagas caso a María Jesús. Tus comentarios son tan importantes para mí como los de ella. Mil gracias.
EliminarApapachos.
El otoño es la mejor estación, nos recuerda que nada es para siempre, pero a la vez, todo regresa, es el poder de la vida sobre la muerte.
ResponderEliminarAbrazos, Francisco.
Me gusta y coincido con esta reflexión que haces, Alicia. Te lo agradezco.
EliminarAbrazos.
Hola Flancisco, precioso poema al otoño. El otoño nos trae paz en el ambiente, tal vez paz en nuestros corazones. Faltaría la paz completa del mundo y que este se renovara como hace el otoño. Bello poema otoñal.
ResponderEliminarbesos
Esa paz global de la que hablas, Isa, se construye con nuestro pequeño peldaño de paz; así que no dejemos de hacer lo nuestro y entre todos lograremos un día que esa paz sea una realidad tangible. Muchas gracias por tu opinión del poema.
EliminarBesos.