08 septiembre 2015

HÁBITAT



Imagino un jirón de mi ser
en cada lugar que habité,
que trabajé, sudé y gocé.
Sueño el rescoldo de mi esencia
─todavía ascuas o pavesas─ 
tenuemente cálido, vivo:
Ojén, la villa donde nací
y donde regreso con asiduidad
a encontrarme con mi infancia,
con la gente que conozco y me conoce,
que amo y me aman,
con el pálpito latente de mis ancestros;
Marbella, donde la formación media
y el despertar al trabajo
y a la pubertad, la distancia
casi al alcance de la mano
de las faldas maternas. Desde
bien temprano el aprendizaje
y la autodefensa. Hoy segunda residencia.
Zarautz, la aventura de los veinte
en vísperas del servicio militar
y el descubrimiento de un mundo
nuevo, de cómo Francia no
comenzaba en los Pirineos,
y un mar como un toro bravo,
ese que mejor que yo describe
Ignacio Aldecoa en Gran Sol;
el boato a la comida, el frontón
y Biarritz por debajo del nivel
de la Bella Easo, como la Concha
lo está a los pies de Igueldo.
Madrid, el destino capitalino definitivo,
la integración, la acogida en masa
anónima sin carné de origen,
allí donde se disuelven los acentos;
las primeras inquietudes literarias,
la tertulia semanal en disputa con el hogar,
los hijos, la vida proyectada
en línea recta en medio del anonimato;
la estabilidad de mar en calma
hasta el primer viento en contra
y rotura del velamen y la deriva
─casi naufragio que no llegó a serlo─
Sevilla me envolvió en una de
las volutas de su barroco espejo,
donde antes se mirara mi padre
en las aguas del Guadalquivir
y en el deslumbramiento agitado
de un soldado en tiempo de guerra
sin la cual no podría haber soñado
con Sierpes, ni con las Siete Revueltas.
El AVE, Sevilla y la alternancia en Córdoba,
el trajín sin fin por el nuevo raíl
otra vez el velamen por mor
del desgaste, del infortunio
del palo mayor y la mesana: astillero…
Cuando la vida se empeña,
aparecen las siete revueltas
y apareces de nuevo en tierra firme.
Mi hábitat es este caminar renqueante
por la memoria de todos los pasos,
de cada uno de los caminos
y de los cruces por los que nunca me perdí
y supe encontrar salida y acomodarme.
Mi hábitat es este revoluto
que me hace sentir de aquí y de cualquier parte.

11 comentarios:

  1. Me quedo con tus dos últimos versos, porque me gusta pensar que los hombres y mujeres del mundo podemos ser de cualquier parte, aunque se que es mentira, basta mirar un poco más allá de nuestro vista, como los refugiados o los emigrantes son recibidos en algunos países y no muy lejos de aquí aquí quien nos dice que quiere poner fronteras y aislarse del resto de españoles, de este modo no se hace un mundo mejor.

    Saludos

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    1. Físicamente sólo podemos ser de donde somos, pero mental y espiritualmente podemos derribar las fronteras. De vez en cuando me llega un mensaje de alguien que dice algo así: "Como mi ciudad ninguna". Automáticamente pienso de esa persona que se ha movido poco. Los localismos y los nacionalismos se curan viajando, y si además vives un tiempo en ese lugar, todavía mucho más.

      Un abrazo.

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  2. Tienes una vida riquísima.Y supongo que recordarla debe llenarte de un montón de sentimientos.Es muy lindo tener tanto para volver a vivir de vez en cuando.
    Apapachos.,

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    1. En lejana ocasión encontré en Madrid a unos recién casados de mi pueblo y él me dijo: "estoy deseando volver para que me haga mi madre..." Doble error: casado y seguir pensando en su mamá, y no llevar los ojos y el paladar abiertos para disfrutar de todo lo novedoso. Siempre me integré por donde anduve.

      Apapachos.

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  3. Lo has contado precioso y lleno de poesía, para llegar serenamente a coincidir con el destino universal que todos llevamos dentro sin percibirlo, hasat bien entrados en la vida.
    Gracias por haberme dejado acompañarte a través de tu destino.
    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti por tu seguimiento y por dar por válido todo lo que se me ocurre.

      Besos.

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  4. Al final, como tantos otros, ciudadano del mundo. Mi patria soy yo y mi familia y mis amigos y la gente que me rodea.
    Un saludo.

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    1. Como ya he dicho, me he sentido integrado por donde estuve, porque puse intención en hacerlo, como creo que debe ser. Pero tienes razón que finalmente uno es su propia patria como lo es todo aquello que ama. Para mí lo malo es odiar lo otro, al otro. Vivir en Madrid 23 años me acercó toda la Meseta y en cada lugar he encontrado su encanto: Segovia, Cuenca, Ávila, Toledo... Un 4 de octubre, san Francisco de Asís, me regalaron en Las Lagunas de Ruidera un ejemplar del Quijote con las pastas repujadas en piel. ¿Cómo no amar cada lugar por el que has pasado? Esa Sinagoga del Tránsito, esa Ciudad Encantada, ese cochinillo segoviano, ese cordero castellano, esa morcilla de Burgos... Se nota que respondo cuando ya es la hora de comer.

      Un fuerte abrazo.

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  5. Lo bueno es que cada sitio ha sido fundamental para tu madurez personal. Todos tus caminos y tus pasos han sido aprovechados y te han conducido hasta este momento...En que tu bendita memoria te permite repasar la vida y reconstruir tu puzle...Puedes mirarlo en perspectiva y ver el paisaje, que adquiere belleza y sentido, Francisco.
    Mi felicitación y mi abrazo siempre, amigo.
    M.Jesús

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    1. Como siempre, María Jesús, eres la "razón pura". Lo que soy, lo que somos cada uno a esta altura de la vida, es el resultado de todos esos sumandos, todas esas experiencias, tanto las positivas como las negativas. En cuanto a la memoria, ella se hace selectiva y con la edad es más fácil reconocer en la mente el aroma y sabor del "morteruelo" que recordar qué fue lo que comí ayer. Lo mismo pasa con las lecturas, aunque uno no recuerdes las citas textuales con las que pasar por erudito, somos todo eso que hemos ido aprehendiendo.

      Un abrazo y un beso muy cariñoso.

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  6. Cuantos mas sitios conoces mas admiras las distintas personas que con diferentes costumbres te aceptan tal cual eres.Nosotros debemos por ello aceptarlos igualmente.
    Una gran vivencia la tuya. Un abrazo

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