Pasó en la noche, soplaba
como suele hacerlo el viento
en carrera desorientada
y haciendo ruido; silbando
en cada esquina
como acompasando los sueños.
Me despertó la música
portando aromas de madera
sin maestro que la dirigiera
─batuta en mano─
y sentí una gran desolación
cuando se interrumpió la
escalada
al castillo de los ensueños
en el que andaba encaramado.
A veces los hechos, otras
las circunstancias externas,
son tozudas como mula
uncida.
Me ofusqué en los rizos
del viento en las
encrucijadas,
y aprecié que se había
sumado
el metal a la madera
resoplando
con todas las fuerzas;
en la espadaña se hizo una
coda
y creí detectar los timbales
subrayando la armonía en scherzo
inesperado en momentos
agónicos.
Cuando todo era un piélago
atormentado y la voz no
salía
de las almenas del alma,
tres mates consecutivos de
Gasol
me elevaron del foso a la
atalaya.
¡Brillante Francisco, me encantó! Un abrazo che.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Adriana, por tus palabras. Has tenido el acierto de ser la primera en comentar y ya sabes que quien da primero, da dos veces. Así que doblemente gracias.
EliminarUn abrazo.
Y mañana contra Lituania.
ResponderEliminarUn abrazo.
De esto no entiendo pero te dejo un abrazo
ResponderEliminarBello fin de semana !
Apapachos.