Saldrá de nuevo el sol
y
yo me habré alejado
se desteñirán los pigmentos
verdes
de tus árboles enhiestos
por la laca del sol
aterciopelado;
silbará de nuevo el viento
por entre las acículas de los pinos,
por el enrejado del abeto
y se mecerán los columpios
de clorofila anchurosa de
las moreras:
la lluvia se hará ducha
templada
contra el cristal de la piscina
y el sauce llorará mi
ausencia
como lloro y añoro
esta forzada lejanía;
pero en el espejo del agua
serena,
allí estaré eternizándome.
Recuerde que si usted tiende a culpar a las circunstancias, condiciones y demás usted perderá el control sobre sí mismo.
ResponderEliminarNo hay tal culpa, Bahaya, es una reflexión nostálgica de aquello que se ha quedado atrás con el final del verano. Gracias por leerme.
EliminarFrancisco nos dejas un poema que nos recuerda a Juan Ramón Jiménez en su "Viaje final"...Cuando amamos el paisaje que nos rodea y sentimos nuestra partida inminente es inevitable la nostalgia y el dolor de la separación...Pero, sabemos que parte de nuestra alma se queda allí flotando, en el agua, entre los árboles o en el pozo blanco...Se queda y se viene con nosotros eternizada en el tiempo, porque lo hicimos nuestro. Mi felicitación y mi abrazo de luz, amigo.
ResponderEliminarM.Jesús
Me sumo a las palabras de nuestra querida amiga M. Jesús.
ResponderEliminarprecioso poema que me acercó un dejo de nostalgia. Te entiendo y es claro que uno extrañe lo que dejó atrás. Sin embargo creo que no tienes una naturaleza nostalgiosa sino todo lo contrario . Son momentos , nada más.
Todo mi cariño.
Apapachos.