Ahora expone Miguel Merchán
Deambulando, errando,
caminando…
septiembre es el regusto de
paladear
cada palmo de Sevilla a pie;
basta abstraerse del ruido
y hasta el tráfico deja de
ser
ese viento de Levante
Atlántico y agitado
de dolor de cabeza y
encierro.
Puerta Real, Alfonso XII,
la Oficina de Empleo
con el bullicio por el
costado menos visible
y la Plaza del Museo, donde
bajo la enorme sombra del
ficus gigante
perviven Juan Miguel y
Triniá,
en la voz silente de Miguel
de Molina,
la inspiración de Rafael de
León
y la batuta del maestro
Quiroga.
Museo de Bellas Artes…
Sevilla no sería Sevilla
sin el Museo de Bellas Artes;
ni Nueva York sin el MOMA,
ni París sin el Louvre,
ni Madrid sin el Museo del
Prado…
La bancada en semicírculo
invita a disfrutar de la
fachada del Museo;
el ciclópeo ficus es un
abrazo lóbrego
que acoge y repara las
fuerzas del caminante.
─Hoy no habían indigentes─
y la gran pinacoteca voceaba
invitadores gritos de
acogida
de Murillo, Zurbarán o
Valdés Leal.
Como en sueños, una traslación
y mi cabeza pensaba en Ojén,
en el Museo del Molino,
donde la vieja pringue cambió
las manchas de aceite por
marchas de color:
Ojén tampoco sería Ojén
moliendo aceitunas al modo
artesanal,
no sería Ojén sin el Museo
del Molino.
Francisco, me alegro que te hayas integrado de nuevo en tu querida Sevilla y disfrutes de vez en cuando de sus calles, paseos y su Museo de Bellas Artes. Somos parte de todo lo que nos rodea y en este caso, como poeta y escritor, también tu formas parte de esos lugares de Sevilla, donde late el alma de grandes artistas.
ResponderEliminarMi felicitación por tu amplia y entrañable mirada y mi abrazo de luz, amigo.
M.Jesús
Mi atrevimiento no ha sido pequeño: evocar desde el Museo de Bellas Artes de Sevilla, algunos grandes museos internacionales para acabar en el modesto museo de mi pueblo. Gracias por tus amables palabras, María Jesús.
EliminarBesos.
MI camino preferido era Nervión, Gran Plaza, Eduardo Dato, Puente de no me acuerdo el nombre (bomberos debajo), cruzar la Ronda, Puerta de la Carne, perderme por esas calles estrechas y tortuosas hasta salir a la Giralda y de allí Plaza de San Francisco (tu tocayo) y Sierpes. Si llegas a La Campana puede ser tu perdición la pastelería que hace esquina.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo vivo en San Lorenzo y no suelo salir del recinto amurallado, aunque ya sólo quede en el recuerdo. Cuando voy por Campana-Sierpes, más me tienta un café cortado de Catunambú que un dulce.
EliminarUn abrazo.
Guauuu!!!! qué rica tu Sevilla ! me encantaría conocerla.
ResponderEliminarPor ahora: en sueños.
Me encantó leerte ..
Fue un placer recorrer contigo esos lugares maravillosos
Apapachos.
El mejor regalo que se le puede hacer a alguien que escribe es leerle, si además le pones un comentario como este, todavía mejor. Muchas gracias.
EliminarApapachos
Mira que tu Sevilla, mi Sevilla, es bella. Pero leida así es mágica.
ResponderEliminarSaludos
Mil gracias, Inma, por descubrirme en mis letras, enredado entre tus amigas. Tenemos la suerte de habitar esta hermosa ciudad de Sevilla en la que en algún momento nos encontraremos.
EliminarUn saludo afectuoso.