Llegué con antelación,
colmado de impaciencia, inquieto
por escabullirme entre tus
brazos
y jadeante por el galope
de mi corazón desenfrenado.
Hacía casi una semana
que había tenido que
contentarme
con sobredosis de
imaginación
para deleitarme con el aroma
de tu cercanía.
Soñaba cada minuto en verme
reflejado en el brillo de
tus ojos,
en el mar en calma de tus
pupilas.
No estabas a la hora
convenida
e inventé para ti excusas
por cada una de las posibles
preguntas,
en caso de poder hablar y no
verme preso
en la arropía escurridiza de
tus labios…
Pasaba media hora, me
levantaba y sentaba
con el azogue de la
impaciencia;
el jinete de mi corazón
me sacaba tres cuerpos y
seguía avanzando;
caía la noche, crecía la
hierba
bajo mis pies y la vida se
iba paralizando
hasta hacerse un fotograma
en blanco y negro, las
flores ya marchitas…
No he vuelto a saber de ti,
ni quiero saber de mí,
de mi vida tronchada en un
banco de hierro.
Si después de una vorágine de sentimientos hasta donde buscamos justicia a la ausencia de la amada, y cuando ya no llega la vida se corta, !oh¡, cuánto sufrimiento habremos pasado, cuántas pasiones amargas nos quedan como un duelo ante aquello que se ha muerto inexorablemente...
ResponderEliminarA veces son duelos inmerecidos, ya que no hubo compromiso, sino pasión loca por parte de un soñador que imaginó lo que nunca tuvo correspondencia.¡Ay, Vicente, cuántos jirones del alma se lleva las pasiones!
EliminarUn abrazo.
Preciosoooooooo eres genial... :*
ResponderEliminarTe lo agradezco mucho, Assumpció, pues tu opinión cuenta mucho para mí.
EliminarUn abrazo.
No hay cosa peor que una desesperante espera.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, Cayetano, que la espera sea en vano, que no llegue ni siquiera muy tarde.
EliminarUn abrazo.
Los amores platónicos son muy dolorosos, menos mal que suelen darse en etapa juvenil... Escribir todos los días presupone disponer de una buena estantería para ir recopilando tan fecundo material. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias, Carmen por tu comentario. De él deduzco que no es la primera vez que me lees y eso es muy de agradecer.
EliminarUn saludo afectuoso.
Me encantó Francisco.
ResponderEliminarUn canto al amor que espera ... y desespera.
Una preciosura.
Apapachos.
Imaginé que te gustaría, María del Carmen. Gracias por tu amistad que es más bella aún que tus comentarios.
EliminarApapachos.