Ya te había soñado:
te tuve entre mis manos
cuando te imaginé
cera, caolín, barro,
y mis dedos de daban
la curvatura de tus pómulos
y el visé largamente
buscado.
Te tuve. Creí modelarte,
pero no eras consistencia de
sueño,
sino insospechado espejismo,
regalo divino
que el azar dejó en mis
manos.
Te tuve. Te tuve y te usé
como irisada pompa de jabón,
hasta que empujada por la
brisa
de la descortés distancia,
te alejó en un leve
estallido
de frustración.
Te tuve. Te tuve, amor,
mas te dejé escapar
y desde entonces esta
funesta desidia que me
asola.
Reflexión muy al margen o las cien posibles lecturas de un poema: suele acabar mal una relación cuando tratamos al ser querido como cosa -de usar y tirar- y no como persona. Un tema, por desgracia, muy de actualidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bonito poema, amigo Francisco, un abrazo
ResponderEliminarTodos modelamos en algún momento de la vida la imagen de un sueño, que con el tiempo sólo era un espejismo de nuestra mente...Y lo dejamos marchar...Lo cierto es que el alma no descansará de modelar sueños y amores hasta que descanse en Dios...(sonrío)
ResponderEliminarMi abrazo de luz y feliz finde, Francisco.
M.Jesús
Si tuviera la luz de María Jesús , mi gran amiga, te diría exactamente lo que te dijo ella.Yo te cuento que me fascinan las manos que modelan aquello que sueñan pero que luego no lo dejan ir , sino que lo guardan ovilladito en un pedacito del corazón.
ResponderEliminarCreo que todos modelamos algo en algún momento de la vida.La diferencia es que yo acumulo, tal como lo hago con tus poemas , los que elijo y los llevo a mi cuaderno de los tesoros. Este se va conmigo.
Apapachos.