Se sabía el nombre de los
montes,
de cada colina y de cada
trocha;
se sabía el camino más
adecuado
en cada circunstancia,
la utilidad de cada matojo, y
cada árbol,
su flor, su aroma y el
momento fecundo;
se sabía por los brotes
mordidos
el tiempo transcurrido,
la proximidad de las
madrigueras
y las huellas de cada animal
de pelo o pluma.
En su memoria estaba el perfil
cinegético de cada animal,
de cada depredador, de cada
herbívoro,
y calculaba las
probabilidades
de servir pan en su mesa
cada día.
Se sabía amante del reino
animal
y se consideraba parte de la
cadena
trófica en la que se
reconocía como
el eslabón privilegiado. Se
sabía
todos y cada uno de los
márgenes
de la vida, y sabía sacar
provecho
de lo mucho que el Creador
había dispuesto en las manos
del hombre;
pero sabía tomar la justa
medida
de aquello que convenía
para paliar las necesidades
de la familia
sin agotar la fuente de la
que bebía.
Sabía que sus huellas
estaban marcadas
en cada senda, en cada
atajo,
y sabía que usaba de aquello
que sus mayores le
transmitieron:
“Sed fecundos y multiplicaos,
llenad la tierra y sometedla;
dominad los peces del mar,
las aves del cielo y todos los animales
que se mueven sobre la tierra.”
Francisco, tu poema es todo un homenaje al hombre primitivo, aquel que aprendió a vivir en la naturaleza, a respetarla, a amarla y a encontrar en ella todo lo que necesitaba para el cuerpo y el alma, porque se sentía parte de ella...Hoy el hombre con sus materialismos y avances tecnológicos dista mucho de aquel hombre...Le falta el espíritu de amor a la naturaleza y anda perdido sin meta, ni destino.
ResponderEliminarMi gratitud por tus letras y mi abrazo de luz, amigo.
M.Jesús
¡Qué bien me lees, María Jesús! En ese hombre primitivo está mi padre de los lejanos años 50.
EliminarNo sé si nos hemos hecho más amantes de la naturaleza que nunca en la historia, aunque se nos olvida ante un filete, un pollo asado o una ensalada variada. Vivimos una sociedad hipócrita que le ha vuelto la espalda a la vida, olvidando que la muerte es consecuencia de ella y nutriente de otras vidas. No es lícito masacrar, claro que no, pero es imprescindible el sacrificio de animales y vegetales para el sustento del hombre; de ese hombre que usa la naturaleza no para agostarla, sino para conservarla para el presente y el futuro.
Un fuerte abrazo.