¿Qué le pregunta el ciprés
desde su cumbre
al hibisco amarillo que está
tan turbado?
Por qué se inquieta el
césped cuando
arrastran las hamacas, acaso
tiene cosquillas?
¿Por qué las coníferas
sienten celos
cuando te atusas el cabello
con los dedos?
¿Por qué la rosa
impropiamente arrinconada
en un lugar recóndito sigue
reinando?
¿Quién le ha dado tal
agilidad
a la buganvilla para escalar
los muros?
¿Quién desenreda el cabello
del sauce
provocando una lluvia de
verdes ojeras?
¿Por qué la morera tiene
hojas tan anchas
como una mano generosamente
abierta?
¿Por qué cubres el césped
con una toalla, crees acaso
que su tacto es más agresivo
que el detergente?
¿Nunca te has cuestionado
las muchas dudas
que el jardín podría
preguntarte?
Nunca me las he cuestionado, pero ha sido interesante ¡lo que tú no consigas...!
ResponderEliminarLo que sí te prometo es que a partir de ahora no arrastraré las hamacas por el césped, en lo de la toalla llevas razón pero ¿y si aplasto a los habitantes del césped?, ahí llevas esa pregunta para que la contestes con la misma poesía que has hecho tus preguntas.
Besos.
Yo tampoco me he hecho todas estas preguntas. Amo la naturaleza y en cuanto tengo la pequeñísima oportunidad de saborearla me la como entera. pero es interesante todo lo que planteas además de ser un bello juego de imágenes-
ResponderEliminarApapachos.
Preguntas muy interesantes. Me has traído a la memoria el capítulo 38 y 39 del Libro de Job en el cual se recogen preguntas muy interesantes.Un abrazo.
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ResponderEliminarExquisito. Me gustó mucho el detalle de la hamaca y el césped, hasta lo escuché reír.
ResponderEliminarUn beso de anisest. y gracias por embellecernos los momentos con tu poesía.