Pastoreo vientos que
prometen
acabar en turbulencias y que,
en todo caso, me resultan
estímulos.
Rumor de agua. Agitación
turística.
Una fuente deletrea frente a
mí
rumor constante de un
surtidor
con mínimo caudal, como una fuga
escasa, cantarina y
monótona.
Ocupando la plaza en
totalidad,
el bullicio en torno a cafés
y veladores,
máquinas de zumo y olor
a fritanga de churro al
atardecer,
clientes que arrastran
sillas
y agrupan mesas que
chirrían…
La vida transcurre en
paralelo
mientras pastoreo vientos,
brisa cálida que invita a
aplanarse
en aires de nostalgia
tomadas al azar en la
corriente
incesante de la memoria;
en este mismo lugar, en la
lejana infancia,
la Imprenta Rivera y el
aroma
a libros de texto, papel
Guarro A3,
tinta china, tiralíneas, compás
y bigotera;
el mercado central y el
jadeante
pulso de las amas de casa.
Pastoreo vientos que me
reportan
viejos recuerdos
imperecederos
de la Marbella de siempre y
eterna.
Mis recuerdos de Plaza de la Victoria los tengo en Málaga y son reforzados cuando miro las fotos de hace más de 30 años paseando por ella y con mi hija mayor de la mano, aquello ya no es lo mismo, pero en mi interior, como tu dices, es eterna.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Emilio. Este poema está escrito en ese mismo lugar en directo. Me senté a descansar mientras mi mujer entraba a una de las tiendas de recuerdos pensando en los nietos y la infancia vino al rescate.
EliminarUn abrazo.
Francisco, me gusta cómo te sientas a la orilla de la vida para guardar en la palabra todo lo que se mueve y evoluciona...Unes el pasado y el presente y logras eternizar el sentimiento, mientras pastoreas los vientos de la vida.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo de luz por tu amor a las letras.
M.Jesús
Cada comentario tuyo es un impulso nuevo, un viento a favor de esta vela de letras que pongo al viento. Con sólo tu lectura ya se paga sobredimensionado mi esfuerzo. Gracias, muchas gracias por toda tu ternura.
EliminarBesos.