Para que yo sea este
presente
que ahora ves, este que vivo
y que también sufro y gozo,
no fue precisa una
conjunción
de estrellas, ni una ráfaga
de luz omnipotente
en el dispar sorteo de la
vida.
Tan solo una vida vulgar
de uno de los hijos de mi
tiempo
que comenzó a trabajar
a la edad de formarse,
pero que no renunció nunca
a sobrenadar sin tocar
fondo,
como nata en la taza del
desayuno.
Para que yo sea este
presente,
este canto rodado
que fue limando sus
asperezas
en el sudor de la vida,
para ser entre mil,
el deseo constante de
caminar
siempre de frente,
sorteando y vadeando
impurezas
que como ganga estaban
adosadas
al costado adiposo de mis
impericias
y la vehemencia de
superarlo.
Para que yo sea este
presente,
los sumandos del laboreo
cotidiano,
sobre aquella piedra rústica
que sigo siendo,
la memoria de lo acontecido
y lo rumiado fatigosamente.
Me has recordado el estilo aparentemente sencillo, la vena poética de Ángel González. Poesía de la experiencia, creo que la llaman. Aparentemente sencilla y cotidiana, pero con un fondo imprengado de lirismo.
ResponderEliminarUn saludo.
Me emociona que hayas dado en el clavo, Cayetano, pues sin ser copia, si es cierto que me siento muy influenciado por esa aparente sencillez de Ángel González que me apasiona. Evidentemente, lo cotidiano puede ser poesía.
EliminarUn abrazo.
Hola españolito lírico !
ResponderEliminarPreciosos y sencillos versos., llenos de luz. Me encanta cuando escribes estas cosas que tienen que ver con la vida y su camino.
¡Apapachos !