Parece como si se hubiera
instalado
un nuevo orden que va
desordenando
el orden establecido. La
Tercera Guerra
es sólo la amenaza de un
linfoma
que duerme con riesgo de
despertar,
como el hombre de las
nieves,
como la bella durmiente
o como el cadáver de Walt
Disney
desde su fría estabulada
estancia.
Ahora es la metralla del
dinero
la que bombardea las
fronteras
y va dejando cadáveres sin
ensangrentar
─limpios
los bolsillos─
hacia la periferia de la
vida.
Del frontispicio de la Acrópolis
ha caído
el triángulo de la
democracia
─con
sus tres poderes─
al impotente suelo
haciéndose añicos.
Se acabaron los juegos de
mayorías,
rendidos al As que guarda en
su manga
quien puso liquidez y sus
condiciones:
primero se financia, luego
se exige,
y más tarde se atornilla y
asfixia
hasta la obediencia y la
rendición,
Ya no hay metralla, no hay
repulsiva sangre;
ahora, el Estado Mayor es un
ente opaco,
desde un despacho opaco,
en cualquier rincón opaco
de un paraíso opaco,
hacia la meta de un
enriquecimiento
cada vez más y más opaco.
Desde el silencio nos miran...
ResponderEliminarSaludos Francisco
Nos observan, nos manipulan y dirigen nuestras vidas. Muchas gracias, Jaal.
EliminarSaludos.
Nos gobiernan los mercados; nos explotan nuestros vecinos de al lado; nos amenazan con quiebras mientras se forran a nuestra costa. La Tercera Guerra Mundial puede venir por medio del imperio económico o por la amenaza terrorista o por el espionaje informático y el dominio de la información. Ahora el enemigo no sabemos dónde está ni cómo luchar contra él. Y mientras pagamos los de siempre...
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Carmen, por leer literalmente lo que he querido expresar.
EliminarUn beso.
Bravo, sencillamente bravo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Amparo.
Eliminar