Me vence el sueño a media
mañana
y recuerdo cada bostezo de
la madrugada
donde tú eras presencia
activa
y ausencia deletreada
en el desencuentro de acidez
desenfocada
de ese abrazo imposible sin
tacto
que hubiera facilitado mi
descanso
y la reconciliación que
tanto ansío.
Tú eras jazmín que a
hurtadillas
escalaste mi ventana
entreabierta,
a porfía con la dama de
noche,
una tiranía que me hunde en
la derrota.
Te persigo, te acoso, me
acusas,
te excuso, te apruebo, me
suspendes
cada uno de mis actos.
¿Acaso
no ves que muero? ¿No ves
que
me arrastro y humillo? El
humo
ciega tus ojos y ves una
viga en los míos.
Dices que soy tu pesadilla,
pero tú eres mis noches en
blanco.
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