PERFIL HISTÓRICO

Tomo conciencia de mi perfil

histórico: he comprado libros

de estraperlo en la Cuesta Moyano,

pero con un visé de anodina

inocencia paleta que nunca levantó

otra sospecha que de operario

ocioso en tiempo de descanso.

Nunca corrí delante de los grises.

No era estudiante; no frecuentaba

los ámbitos de Argüelles o Moncloa

bajo sospecha trotskista-leninista, y,

aunque compraba el diario “Madrid”,

lo cubría con la sábana de “Pueblo”

con la verticalidad del régimen.

Por proximidad, era asiduo del Retiro

a largos paseos de pasos sin rumbo,

a cartas diarias a la amada en la soledad

arbórea y abigarrada ausencia del mundo;

un libro de bolsillo de banco en banco,

─Juan Goytisolo y otros

me hablaban en la oscura intimidad─

Luego llegó la tertulia literaria semanal

de la calle Hileras, ya fenecidos

muchos cafés clásicos bajo la

implacable piqueta económica

de la banca en auge y expansión.

Ahora todo es distinto y Facebook

ha conquistado las cuartillas,

de los románticos veladores de mármol;

y aquí sigo, soldando morfemas

con los que labrar, como buen cantero,

sillares de palabras incorruptas

con las que deleitar o deleitarme.