Cuando yo era niño, era muy común que los mayores se saludaran con: “¡A la paz de Dios!”, costumbre que se ha ido perdiendo, como el propio saludo se ha ido diluyendo por entre los resquicios de las prisas de los que vivimos en la ciudad. He pasado el fin de semana en el pueblo y he vuelto a escuchar este saludo que tan familiar me suena y que encierra un deseo mucho más expresivo y hondo que un simple “hola” e incluso más que un “buenos días”. Para creyentes o no, la paz de Dios expresa una dimensión integral, un deseo mucho más allá de lo humano.
Somos un pueblo entregado a la modernidad en todas sus vertientes, lo que nos lleva a pensar que hay que actualizar todas nuestras expresiones. Hemos cambiado cartel por póster (poster), billete por tique (tiket), adiós por chao (ciao)… Y lo peor de todo es que esta actitud lleva consigo un desapego cuyas consecuencias ya se visualizan y donde cada día representamos menos para el otro y es más imperceptible el sentimiento de las cosas que nos unen.
No hay dudas de que el saludo con el que he sido recibido por algunos estos días tiene todo que ver con la antigua y permanente costumbre judía de saludo y despedida con Shalom. Esta palabra hebrea, שלום, significa paz, pero va mucho más allá de una realidad y esperanza de abundancia de la persona saludada. Una paz que no hablar sólo de un estado de cosas, sino que describe un proceso, una actividad, un movimiento hacia la plenitud que está fuera de las posibilidades humanas; una paz cuya trascendencia radica en su relación con la verdad y la justicia, con el deseo potente y extraordinario que sólo Dios puede otorgar; en suma con la aspiración de plenitud para el otro.
El pasado domingo hemos celebrado en toda España elecciones municipales, y autonómicas en la mayoría de las comunidades. Como siempre pasa, unos ganaron y otros perdieron; unos están eufóricos y otros tristes y cabizbajos; unos se muestran conciliadores e indulgentes y otros altivos y heridos por dentro. Por todo ello, y a todos ellos y a mí mismo, desde lo más sincero de mi corazón, en estos momentos de entusiasmo o decaimiento, antes de que empiecen a trabajar los unos o a meditar y rectificar los otros, ¡Shalom! ¡A la paz de Dios!
¡A la paz de Dios! ¡Vaya usted con Dios! Muy de Andalucía y muy de otro tiempo. Suena bonito pero confesional. Hay que reconocerlo. No creo que un agn´stico lo emplee mucho, la verdad. A mí me da igual. Lo importante es la intención en el saludo, el tono, la simpatía, la educación, aunque cambien las modas.
ResponderEliminarUn saludo a elegir.
El saludo ¡A la paz de Dios! solía llevar unida la palabra hermano o hermana que lo hace aun más completo.
ResponderEliminar¡A la paz de Dios, hermano!
En mi pueblo aún se oye ¡...eeeehhhhhh...! un saludo que a mí al menos me encanta, jajajaja...
ResponderEliminar...eeeehhhhh..., un beso Francisco.
Estoy contigo, da pena ver como se han despersonalizado las relaciones humanas, lo peor es cuando ni siquiera te miran al pasar incluso en el edificio donde vives, ya hay mucha gente así, a mi también me traes buenos recuerdos de convivencia, esa convivencia que tanta falta nos va a ser a todos en el aspecto político y de gobierno.
ResponderEliminarTambién les hará falta mucha paciencia a todos, yo deseo que tengan muy buena voluntad unos y otros.
De tarde en tarde, suelo oír esa forma de saludo.
ResponderEliminarsi hay algo que quiero remarcar es la versatilidad de posteos que encuentro por aquí, te felicito Francisco porque no todos pueden hacerlo y tan bien
ResponderEliminarbesos
Pues yo conozco a alguien por aquí cerca, un chico relativamente joven que saluda con ese "a la paz de Dios" que comentas. Así que todavía no se ha perdido,... del todo. Por mi parte, un "buenos días" vale más que un "hola".
ResponderEliminarSaludos
A la Paz de Dios siempre Francisco, interesante entrada y muy agradable. Las palabras positivas tienen mucha fuerza y atraen de lo mismo. El hecho de nombrar a Dios es un recordatorio de que esta siempre con nosotros y es una manera de agradecerle y pedir.
ResponderEliminarUn abrazo y que Dios os bendiga.
Tu entrada de hoy es de una convivencia extraordinaria y ejemplar. Mejor dicho ejemplarizadora por que unificas el saludo de un judío y un cristiano sin discriminación.
ResponderEliminarUn saludo poniendo a Dios de por medio como debería seguir siendo si las personas (casi en general)no hubiesen cambiado tanto sus buenas costumbres. Ojalá se pudiera volver a ejercitar.
Un beso: Juliana