Aun cuando sea fiel y bien intencionado, un compañero siempre acongojado y gimoteador es un enemigo de la tranquilidad (Séneca)
A lo largo de la vida va uno conociendo a muchísimas personas, de las que con un buen número de ellas llega a trabar relación. Aunque sin saber explicarlo, con ciertas personas nos basta apenas unos minutos para que ese trato se convierta en mutuo interés y acabe en amistad, pero en cambio otras entran en nuestras vidas mucho más lentamente. Coincidencia en los gustos, en los caracteres, en el enfoque de las cosas… No hay una regla ni una escala con la que calibrar esa sintonía que se produce o no y que de hacerlo es recíproca o no funciona.
Muchas de las personas con las que nos relacionamos van de chistosos y le sacan el aire divertido a todos los temas; mientras otros llevan permanentemente la careta del desconsuelo y se pasan la vida lagrimeando y haciendo de la relación un trance de amargura donde no tiene cabida la ilusión ni la esperanza, lo cual termina por amargarnos. Tanto las alegrías como las penas exigen la justa medida. Una persona que sólo habla de banalidades es un sin sustancia que tiene poco fondo y apenas nada que decir; el que se instala en el melodrama vive igualmente un mundo falseado y también insatisfactorio. No es que no queramos oír penas, que también, sino que el abuso, además de incomodar, cansa hasta al mismísimo Job.
Lo que resulta extraño es que con las muchas personas que uno conoce a lo largo del camino, a estas alturas de la vida, los verdaderos amigos los solemos contar con los dedos de las manos, incluso con los de una sola mano. Acostumbramos aplicar el adjetivo con mucha prodigalidad. En cierta ocasión, de forma muy distendida, me dijo alguien, refiriéndose a las masas de personas conocidas: “Sí, esos son amigos de feria”. Amigos con los que compartir el aperitivo, las horas nocturnas ante una copa, las charlas de café –ya no se charla en las barberías, que, por cierto, ya no son tales sino boutique del cabello-; los verdaderos amigos son los que te quedan cuando se han ido todos tras haber sufrido un revés de fortuna, los que enjugan tu gimoteo y te consuelan, los que comparten contigo la miel y la hiel.
¿Que se puede comentar? solo se puede decir "amen" a lo que ha escrito y con ello espero que no me digas que soy un "sin sustancia" por lo lacónico.
ResponderEliminarSaludos
Esos amigos son bastante escasos, por desgracia.
ResponderEliminarCon el tiempo he aprendido que el mejor amigo que podemos tener es a nosotros mismos y a veces hasta ese nos falla. Somos seres en continuo aprendizaje y con errores que se van corrigiendo sólo a base de tropiezos. Hay que disculpar y disculparnos cuando no se está a la altura de la demanda.
Un beso
Es una asignatura muy complicada esta de la Amistad... Solemos suspender con bastante frecuencia. Algo falla.
ResponderEliminarSuscribo lo que has dicho.
Un saludo amistoso!
;)
Si, los verdaderos amigos son pocos y creo que ya deberíamos llamarlos de otra manera porque "amigo" se le llama a mucha gente que realmente no son amigos, a un amigo se le conoce rápidamente.
ResponderEliminarFeliz domingo
Efectivamente, amigos hay pocos, apenas unos cuantos, pero valen un mundo. Lo importante es saberlos reconocer, cuidar la amistad, alimentarla, y lo más dificil, conservarla.
ResponderEliminarCuento con cinco verdaderos amigos, y me siento afortunada.
Un fuerte y calido abrazo dominical
Tengo muchos conocidos, pero amigos de verdad que se alegran cuando las cosas me van bien, comparten mis penas y apoyan, solo cuatro y me siento afortunada por ello.
ResponderEliminarSaludos Francisco, acabo de llegar de Sevilla, y esta preciosa.
Amigos se pueden contar con los dedos de una mano y aún sobrarían dedos. Luego están los conocidos, los amiguetes y otras especies, aunque todas son necesarias. Cada una ocupa su lugar.
ResponderEliminarUn saludo.
Por mucho que reflexionemos sobre la amistad, siempre llegamos a la misma conclusión: amigos, amigos para todo, pocos muy pocos, casi ninguno, y suerte tiene la persona que tiene uno o dos amigos. Muy aguda e interesante tu reflexión de hoy. Felíz día de la democracia.
ResponderEliminarLuego están los amigos -buenos amigos- de la red. A quienes no hemos visto nunca en persona (sólo una foto en ocasiones) pero que comparten con los demás sus pensamientos y sus emociones. A éstos, entre los que tú estás, querido Francisco, mi amistad de bloguero. Ángel, desde Gran Canaria.
ResponderEliminarEs tan cierto lo que dices, es que a muchas personas se les hace difícil encontrar el equilibrio entre la parte amarga de la vida y el humor necesario para sobrellevarla, pasando a ser amargados perpetuos o chistosos sin sentido.
ResponderEliminarMenos mal que quedan también los amigos de internet que nos permiten aprender distintas formas de ver la vida aunque en la mayoría de los casos ni los conozcamos.
Un beso.
Me quedo con el comentario de Emilio Manuel, me parece que queda todo dicho.
ResponderEliminarBesos y feliz domingo Francisco.
Francisco cuanta verdad en tus palabras finales.
ResponderEliminarUn verdadero amig@ esta para acompañar, apoyar, abrazar si es necesario, aconsejar, escuchar en lo bueno y en lo malo.
Y cuando pasas por las situaciones tristes, dolorosas, gimoteador, vacías, es cuando te das cuenta de lo que tienes, desaparecen como estrellas fugases y lo entiendo porque puede resultar cargante y duro. Pero ahí se demuestra lo que somos en relación con otras personas. En lo bueno y bonito a todos nos gusta estar pero hay que saber estar cuando más se necesita por muy duro que sea.
Y te digo una cosa, mejor poquitos y buenos, porque si aguantan todo eso es que realmente son buenos y se lo merecen todo.
Un abrazo.
Sí señor, tienes más razón que un santo. La chorrada actual de presumir de 500 amigos en Facebook no tiene por donde cogerla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Coincido con Pensionista Por Jubilación en que ahora son también muy importantes los amigos virtuales, a los que no hemos visto nunca pero que no podemos decir que no conocemos, ya que el contacto con ellos es más asiduo de lo que puede ser con amigos de la vida real. Yo tengo amigos virtuales con los que me comunico por correo diariamente, mientras hay amigos reales a los que no veo en meses ni hablo de semanas.
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