No es voluntad de ocultarlo, pero creo que nunca he contado que mi vida laboral se desarrolló en los hoteles por media geografía española. Ya sé que hay otras formas de viajar más auténticas, pero cuando los medios no son los adecuados, créeme que no hay otra manera mejor de conocer mundos que trabajar en un hotel, por donde viene el mundo entero a mostrarse. El paisaje siempre es el mismo: paredes y ornamentos, suelos acristalados, clima controlado a temperatura uniforme, uniforme como indumentaria, disciplina, trabajo a turnos, pero las personas son distintas cada día y de todas las latitudes.
Era, si mal no recuerdo, el año 68. Yo había llegado a Madrid cuando la primavera se disponía a estallar de aromas y coloridos en el Retiro. Muy cerca, a menos de la distancia de un paseo, mi lugar de trabajo. Nada más atravesar las escalinatas y la cristalera parecía como que la primavera se quedaba fuera al no poder permitirse el alojamiento; aunque, tal vez, se quedaba deleitándose y explosionando en el parque. Por la megafonía cantaba casi sistemáticamente Armando Manzanero, Somos novios y su empalagoso repertorio de boleros. Yo andaba en la decena de los veinte y alimentaba el amor con cartas diarias, hasta que lograba juntar varios días de descanso y escapar en busca del encuentro en un tren nocturno con nombre de playa.
Hoy está el cielo brumoso. Han caído algunas gotas y se anuncia alerta amarilla por el suroeste. Es el clima el que me ha ayudado a la reconstrucción de la memoria: Esta tarde vi llover y no estabas tú. A los veintitantos uno está empeñado en crecer, sobre todo cuando ve en su entorno que casi todo le supera. Aquella reserva no nos había llamado la atención y es que uno tampoco conocía a todos los promotores musicales, pero detrás de aquel nombre de persona o empresa que no puedo recordar ahora, la llegada de Armando Manzanero, mientras en la megafonía sonaba una de sus canciones: cara de maya ancestral, sonoridad dulce, como dulce es el decir de todos los mejicanos, chaparrito, muy chaparrito… poca cosa, para la expectativa de su voz insistente y melódica al piano con el martilleo de moda en todas las emisoras de radio. Me quedé un tanto frío, pero fue entonces cuando llegué a ver que no es la estatura o los rasgos físicos la dimensión del ser humano.
Gracias por compartir tus recuerdos de juventud, Francisco. Por supuesto, que la calidad de una persona no es ni la estatura ni ninguna otra cualidad física. Armando Manzanero es un grande grande; a la vista está que sus canciones sigue enamorando casi medio siglo después de ser compuestas. Buen fin de semana.
ResponderEliminarYa decía yo en tu entrada anterior (me lo dije para mí) que los títulos últimamente van de canciones. Y ahora le toca el turno a don Armando. Según el humorista Cassen, su apellido es el más antiguo del mundo, porque Adán ya era "manzanero".
ResponderEliminarBonitos recuerdos de una ciudad acogedora, donde casi todos los que la habitamos hemos venido de fuera.
Un saludo.
Inmortal canción, monsieur. Para toda una generación ha de ir indisolublemente unida a sus recuerdos de juventud.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Bonitos recuerdos contados de forma inmejorable.
ResponderEliminarUna canción eterna.
Un abrazo.
Qué dulce y cuánto sentimiento en tu relato! Imagino el ansia del joven, esas cartas y ese cosquilleo en el corazón al escuchar tan nostálgica música. Manzanero tiene la magia de los grandes. Hermoso tu recuerdo, beso grandote.
ResponderEliminarQue bueno que la música llegue con fuerza a este blog, para acompañar tan bella entrada.
ResponderEliminarManzanero es un gigante de la canción.
Un abrazo.
Francisco, que lindo saber algo más de ti y que lindo comprobar que Manzanero es otro nexo que nos une... crecí al alero de los boleros interpretados en piano por mi padre y cantados a voz en cuello por toda la familia ¡es que siempre nos hemos creído cantantes!, jaaa!. Manzanero allí, tenía un sitial de honor... vi gente correr y no estabas tú, el otoño vi pasar, al mar oí cantar y no estabas tú... ay, yo no sé...
ResponderEliminarAsí, tu evocación, me evoca... un gran abrazo!
¿Sabes la manía que tengo esa canción? Creo que es porque me parece un poco ridícula: gente corriendo, lluvia, un pringao solo y amargado mirando tras unos cristales empañados por las gotas... Aunque bien mirado, con las letras de la música de ahora... Bueno, las que tiene letra...
ResponderEliminarSaludos
Puede parecer gracioso, pero a mí me sucedió algo parecido con el payaso Fofito.
ResponderEliminarDe pequeño admiraba a la famosa familia de payasos de la tele, pero nunca pude verlos en persona.
Hace un par de años, llevé a mi hijo a un espectáculo de Fofito y, cuando lo tuve delante, también me quedé un poco frío.
Al final, terminé reviviendo los recuerdos de mi niñez y se acabó la frialdad que sentí al principio.
Saludos.
Un buen lugar para trabajar y más si se siente a gusto en el sitio y sus funciones.
ResponderEliminarMagnifica narración de tu pasado en la una se ha sentido muy bien, en un tiempo ya lejano yo también conocí a alguien que decían trabajar en un hotel del cual tengo unos agradables recuerdos más por lo que aparentaba ser como persona, además de que me encandilo sus formas. Un buen lugar para conocer mucha gente. Trabajar de cara al publico siempre es muy agradable sobre todo si te gusta la gente.
La reflexión que haces es muy cierta. La dimensión del Ser humano siempre va + halla de su estatura y presencia, mucho +.
El bolero maravilloso, la voz de Manzanero, la letra...que voy a decir, escucharlo lo dice todo. Un abrazo afectuoso Francisco.
Solo una pequeña aclaración, Mexicano lleva x :)
ResponderEliminarLamento no poder dirigirme a usted por el nombre, pues no aparece. Sé que en Méjico siguen usando la grafía "x" para el sonido jota en el caso del gentilicio y la ciudad, no en todas las palabras con este sonido. En nuestro idioma dejó de usarse "x" para el sonido jota como hubieron otras transformaciones producto de la evolución de la lengua. Dado que el el país mejicano se sigue escribiendo Mexico, con idéntico sonido, la Academia acepta las dos grafías. Por tanto, no creo haber comeftido un error y sí, en todo caso, una falta de delicadeza con mis lectores de México.
ResponderEliminarSaludos cordiales, lector anónimo.