Cuando mi espalda dice basta, es hora de prestarle un poco de atención antes de pasar a mayores; es el momento de dejarse caer con cuidado en la alfombra, colocarse en posición decúbito supino y dejarse mover por las olas del pensamiento, sin que la mente haga otro esfuerzo que olvidarse de ella misma. Cuerpo extendido boca arriba, la espalda sobre la ligera confortabilidad rígida de la alfombra, ojos entornados y los brazos extendidos en paralelo al tronco. Cuando las piernas creen encontrarse incómodas, las flexiono levantando las rodillas y la planta de los pies apoyados en la alfombra: ahora toca ocuparse de la respiración. Tomo conciencia de cómo se hincha el vientre al tomar el aire por la nariz, y cómo se desinfla cuando fluye al echarlo por la boca. Es un ejercicio mecánico que hacemos incansablemente en la más absoluta inconsciencia, pero un ejercicio nada fácil cuando queremos domeñar los pensamientos hasta llevarlos al vacío para mayor aprovechamiento del descanso.
Inspira, espira; inspira, espira; inspira, espira… Poco a poco va desapareciendo de la mente otro pensamiento que no sea el acompañamiento del aire en la cavidad respiratoria y, con él, como arrastrado, el dolor dorsal y lumbar; mientras, el cuerpo se hace plomo sobre los arabescos simétricos de la alfombra. Inspira, espira; inspira, espira; inspira, espira… Un sopor me eleva o hunde sobre el conteo del aire por los vericuetos de mi cuerpo hacia adentro y hacia afuera. Si acaso no estoy dormido es que me encuentro como fuera de mi mismo. De fondo percibo el sonido en mi reproductor de música; no es una melodía, sino una tormenta que descarga su virulencia sin piedad, mientras sobrenado la paz de la soledad en quietud absoluta. Siento cómo la nada se ha enredado por mi cuerpo como las campanillas hasta la inconsciencia; hago por abrir los ojos, pero mis párpados son de alabastro y se niegan insistentemente.
No sabría decir cuánto tiempo ha pasado. Tampoco estoy seguro si estuve dormido o no; sólo creo estar regresando de algún lugar ignoto del que estoy siendo transportado en las ingrávidas alas de un ángel bueno que se esfuerza hasta el denuedo en mi favor.
Relajarse siempre viene bien y cuando el dolor se apodera de una parte del cuerpo, más. Estos ejercicios de relajación los practico en Yoga. Un maravilla dejarse llevar por el inspira y espira a otros mundos de los que que cuesta a veces regresar.
ResponderEliminarQue te mejores y el dolor sea compasivo contigo.
un beso
No practico Yoga, pero de ves en cuanto, cuando estoy un tanto agotado trato de relajarme con ese tipo de ejercicios.
ResponderEliminarComo anécdota, siempre que voy a ortodoncista, dos veces al año,me tiene media hora larga trasteándome con el instrumental
correspondiente ; desde el primer día cuando me tumba en la camilla me relajo, dejo la mente en blanco y comienzo a respirar de forma rítmica, no será la primera vez que me he quedado transpuesto.
Saludos
Que bueno tener un ángel que es un profesional :) Yo no sé hacer eso, osea sí, pero me relajo tanto que me quedo sopa y no sé si vale, jeje
ResponderEliminarUn beso, Francisco, ponte bueno
Habrá que seguir tu ejemplo y relajarse de vez en cuando .
ResponderEliminarQue se mejore tu espalda. Un abrazo
Me temo que pronto andaré haciendo esos ejercicios porque hay días en los que me duele la espalda con avaricia.
ResponderEliminarA mejorarse.
Un abrazo.
Eso es lo que yo hago cuando la mía también dice basta! Me tiro al suelo! La gente se ríe cuando lo digo, pero es cierto... Y alivia, ya lo creo que alivia!
ResponderEliminarPues a ver si vamos mejorando!
Besitos!
;)
Un poco más y me quedo "sopa". Señal de que la relajación funciona. La verdad es que vivimos con mucha tensión y de vez en cuando hay que hacer alguna terapia como la que propones.
ResponderEliminarUn saludo.
La relajación es excelente para mejorar la mayoría de las enfermedades y distraer la mente del dolor con visualizaciones positivas también.
ResponderEliminarLa espalda no tiene porque doler con la cantidad de avances médicos que hay al respecto, por eso hay que insistir al médico para que dé con el tratamiento adecuado que elimine el dolor.
Luchar por tener una buena salud es misión de cada persona sin importar la edad que se tenga.
Un saludo.
Nunca he hecho eso, pero lo tendré en cuenta porque viene bien practicar la relajación, el cuerpo lo agradece y también la mente.
ResponderEliminarUn beso.
Siempre me gustó esa expresión: "De cúbito supino", es sonora. Y sólo nombrarla, relaja. Hay que dar descanso a la espalda, sí, y, en general, a todo el cuerpo. Saludos, Francisco.
ResponderEliminarAcabo de darme cuenta que he comunicado a mis virtuales amigos un padecimiento que tendría que haberles ahorrado. No es yoga lo que practico, sino ejercicios de relajación, cuando el dolor crónico se hace insoportable. Estoy operado cuatro veces de la columna y no he quedado todo lo bien que sería de desear; eso me acarrea días como el de hoy, pero también otros más plácidos y llevaderos. A pesar de ello soy muy feliz y es felicidad lo que me empeño en transmitir, sin ningún tipo de amargura. Un fuerte abrazo a todos.
ResponderEliminarQué mal se me dan a mí esas cosas, monsieur. Mi estado natural es el de ser un manojo de nervios. Me vendría bien aprender a relajarme y a controlar el dolor como hace usted. Espero que le haya servido el ehercicio.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Como casi siempre llego tarde, qerido Francisco
ResponderEliminarTengo ciertos problemas que me limiltan el tiempo, pero como te aprcio mucho y siempre es al primero que me acerco para no perderme tus escritos.
El de hoy, aunque está magistralmente expresado me dejó bajoneada moralmente al pensar lo mal que te debiste sentir para comentarlo a nosotros sabiendo que somos tus amigos y te queremos.
Pido desde aquì que tu fuerte espíritu te ayude a mejorar pronto
Un beso de tu amiga Juliana.
Pues tomaré buena nota, mi espalda y mi mente también lo necesitan de vez en cuando, gracias por contarlo
ResponderEliminarPues a seguir haciendo ejercicios de relajación para que esos malos momentos sean cada vez más esporadicos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Ese ejercicio tiene un "pero": la respiración por la nariz en época de alergias....
ResponderEliminarEstoy mas que de acuerdo parar, y meditar o relajarse y dejar que el cuerpo fluya como si fuera agua.
ResponderEliminarmuy bueno.. concuerdo contigo.
besos
Yo no tardaría ni dos minutos en soltar unos entusiastas ronquidos. Se lo comentaré a mi mujer que padece de la espalda, lleva un artilugio metálico que se la sujeta, pero aún así. Un saludo
ResponderEliminarLo mejor de todo, creo, la música que escuchas: "no es una melodía, sino una tormenta que descarga su virulencia sin piedad, mientras sobrenado la paz de la soledad en quietud absoluta"; no sé de qué compositores será, pero sin duda relajante a la postre. Cuídate, Ángel
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