06 septiembre 2025

LOS TALENTOS

 




¡Bien, siervo bueno y fiel!;

como has sido fiel en lo poco,

te daré un cargo importante;

entra en el gozo de tu señor.

Mt 25, 21-23


                                                               A Elisa Calderón


Se mueren los días, uno tras otro,

dando continuidad de generación en generación,

sin que apenas dejemos huellas

de cuanto atesoraron los dones recibidos;

lo que fue esplendor es ahora hojarasca,

ramas moribundas sin tránsito de sabia,

apenas leña seca

por la torpeza del desinterés o la desgana.


No es tu caso, Elisa, no es tu caso.

Recibiste dos, tal vez cinco, diez o más,

pero subarrendaste tierras,

a veces desnudas dehesas,

abundantes secano y algo de regadío;

esparciste las semillas recibidas

y te miraste en el crecimiento

de los tallos, de la flor y del fruto.


Los tiempos aciagos no te hicieron desistir:

pusiste agua donde había sed,

provocaste el apetito entre los inapetentes,

y el propio grano de la cosecha

te sirvió para volver a sembrar

y poner tu gozo

en lo que buenamente pueda ser.


Hay un escape de agua en la acequia

por donde muere el tiempo

y la germinación esperada en el esfuerzo,

ese germen multiplicador que acaba

en milagro.


Tu empeño es otro, tu horizonte

es la aceptación, tu sonrisa

siempre complaciente.

Te has solazado

en los espacios vacíos

anticipando el dudoso florecer

sin regates de esfuerzos.


No poner en uso los dones recibidos

es tratar de ocultar con las manos

la luz del sol,

ese que tan radiante brilla hoy

haciendo guiños a tu nombre

con firma, rúbrica y sello.


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