Detrás de un sonoro golpe de mazo,
e inmediatamente anterior al segundo,
lo anhelado, en vez de lo temido,
lo que menor ruido ha hecho
este oscuro y agónico tiempo
de carcoma, de runrún y de cavilaciones.
La adversidad, cuando llega a sumo,
se atrinchera en lo inexpugnable
y va carcomiendo negativamente
las posibilidades remotas de un suspiro.
Palabras etéreas que no se sustentan,
arquetipos modulados por voces extrañas,
sin el rigor solemne de una sola prueba:
Decires difamatorios, sed de venganza,
deseos de zaherir y aplastar la inocencia.
Acabada la feria de la banalidades,
se apaga el recinto y las voces
son ecos extraños que no hicieron diana,
mientras los papelillos se agitan festivos
con la brisa de un nuevo amanecer.
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