Cuando aparece el cárdeno,
el chirrido a óxido,
la luz interior se marchita
entre las páginas del tiempo
y los rincones impuros
aparecen macilentos,
como dolientes abatidos
en busca de urgente silencio.
Es el momento de recuperar
las páginas emborronadas,
pasar a limpio con pulcritud
todo aquello que sigue teniendo valor
y abril el pecho a un aire puro
que limpia y da esplendor.
Llegado el punto de madurez,
hay que explorar la convulsión
con la que el gozo baja paso a paso,
acanalando con toda su fragancia
cada uno de los poros.
La esperanza no es una espera,
tampoco un sorteo etéreo,
es una certeza que será presente
hasta horadar los sueños,
y también los pensamientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario