03 julio 2022

TOCATA Y FUGA



 

Reconocí a Bach en las primeras notas.

Fue como adentrarse por un río

vadeado con anterioridad,

con la garantía de alcanzar la otra orilla.

 

Perdí la noción, pero cada tempo

era un color que se inaugura

para destellar su luz primera.

 

Maese sublimaba la espera

en el órgano de san Lorenzo

y todo discurría

como niño que juega

hasta las puertas mismas del colegio.

 

El recogimiento se hizo luminoso,

como envuelto en el misterio,

una transfiguración hacia la eternidad

que discurre sin rozamientos,

como por rampa que asciende

a la velocidad de una estrella fría.

 

De pronto se hizo el silencio,

recuperó su lugar el tiempo detenido

y los devotos se pusieron de pie,

al tiempo que los ministros

ocupaban su lugar en el presbiterio.

 

En la liturgia se anunció

“está cerca el reino de Dios”:

tomé conciencia que lo que había vivido,

en ese tiempo musical de espera,

fue como deslizarse por el atrio sagrado.

5 comentarios:

  1. Una extraordinaria experiencia la vivida al escuchar a Bach.Hay músicas que te trasportan más allá de las nubes.Saludos

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    1. Espero que para ti también haya sido una bella experiencia la lectura.

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  2. Nada más que leer el título, recordé a Bach. Desde mi nacimiento he escuchado música. Mi padre siempre estaba escuchando música clásica.
    Besos.

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  3. En todos los tiempos la iglesia ha sido un elemento generador de músicos que producían música sacra; por lo que leo es uno de los que se encuentran en el Olimpo de los músicos además ocupando la cabeza.

    Un abrazo.

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  4. Consciencia y profundidad en tus letras, Francisco. La música nos acerca a la espiritualidad, nos eleva y trasforma.
    Mi abrazo siempre, amigo.

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