He atrincherado tu
ausencia
tras la sonrisa con la que
sueles abrir
la cancela de nuestros
encuentros.
Quisiera que esta soledad
me curtiera
con la protección de tu
aroma,
a fin de llevar a cabo
el deshielo de este tiempo
aciago
en el que vivir es un
tránsito
hacia el precipicio del
infinito.
Te he perdido en la niebla
de mi ofuscación,
en los temores, en la
oscuridad
de un pensamiento oblicuo
que te sacaba de mi
tablero,
dejándome fuera de juego.
En mis labios, perdura tu
dulzor
con regusto de un tiempo lejano,
el sabor inequívoco que me
sacia
y ahora es vacío que me
despeña
por el terraplén de la
nada.
Vuelve, una hora en la
peluquería
es un tiempo indefinido
que acaba con el paciente
que nunca he logrado ser.
Siempre que vuelve de la pelu me pone de los nervios, nunca se hace lo que le pido y me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vas a tener que acompañarla a la peluquería así no sentirás su vacío.Saludos
ResponderEliminarPiensa, que cuando va a la peluquería, quiere estar guapa para que la veas tú.
ResponderEliminarBesos.