En proximidad a la
naturaleza,
cerca de los viejos
concepto de río,
ladera y monte con los que
crecí.
Apartado del mundanal ruido
y de la perturbación de
los noticiarios;
en pausa, tratando de
conquistar la paz.
En mi geografía y la de
mis mayores,
tan solo reconozco a los
de mi generación
y a algunos jóvenes,
cuya identidad es reflejo
de padres y abuelos.
La misma vegetación, la
misma arboleda,
los mismos senderos y las
mismas cuestas
en una estampa que es solo
paisaje
y no actividad, salvo de
senderistas
y aventureros de fines de
semana.
Para mí es memoria y es añoranza,
es un placer prohibido
para las escasas fuerzas
que me quedan.
Verano. Es verano. La
pasividad
ha tomado el control
así como el mortecino color
paja
le ha mordido la yugular
al verde.
Por mi mente se pasea el
ayer,
aquellos esforzados
que vivían de la
naturaleza,
al tiempo que cuidaban de
ella.
Me pregunto
insistentemente,
¿qué naturaleza conocerán
las próximas generaciones?
¿Qué naturaleza conocerán generaciones venideras?, no es difícil adivinar con el paso que llevamos, NINGUNA.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mal lo tienen las próximas generaciones con el legado que les vamos a dejar.Volver a los lugares de la niñez resulta muy reconfortante.Saludos
ResponderEliminarTus letras dan voz y vida a ese pasado cercano, que aún permanece en la mente y en el corazón...el futuro está siendo ya en cada instante, Francisco. Confiemos, que todo mejore.
ResponderEliminarMi abrazo por tus hermosos temas.