Estabas tan ungida
de protección solar,
que quise besarte en el
cuello
y el astuto beso resbaló
cayendo por entre tus
senos.
Tienes la piel untuosa y
tostada,
de color caramelo,
que la imaginación
traslada al gusto
y se hace fruición y
arropía.
Ya pasó el carmesí
irritable,
ese que la piel acusa al
tacto
y lo transforma en dolor;
ahora es avellana tostada
y las caricias hacen
surcos blancos
como encajes de espuma o
nácar
que evoca aventuras no
descritas.
En el agua eres sirena
varada,
pero tu sonrisa y tus
gestos de ternura
suplen con gracia y
abundancia
la agilidad natatoria de
la que careces,
¡oh, reina de la orilla!
Vou já dizer à minha companheira para se ungir com protetor solar rsrsrs.
ResponderEliminarBelo poema que me fascinou ler
Cumprimentos poéticos
Muy cierto que ese beso fue muy asturo.Saludos
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