Una flor, una vertical al
cielo
con la mano extendida
ofreciendo todo su
esplendor
como referente iluminado.
Color. Magnificencia.
Golosina
sobre la que revolotean
tres intrépidos insectos.
Tres
enredando sus patas en los
estambres.
Gravitan. Pululan. Giran
las peonzas en gozoso
festín
coronando la corola.
Observo. Fijo la atención
en lo primario de la vida,
en los primeros planos,
y dejo de pensar en el
laberinto
donde un virus mutante
nos ha venido a desorbitar.
Nada es como ayer,
pero nos empecinamos en
volver
y nos estrellamos de
narices
sobre el escaparate de la
confitería.
Los medios responsabilizan
al gobierno del
irresponsable
gobierno de las personas.
Se abre la espita y se
escapa el vino;
sobre el aceite merodea el
mismo mal…
Y nosotros empeñados en
despeñarnos
en el ayer,
sin atrevernos a conjugar
el futuro.
Es verdad, la culpa es siempre del otro, nunca nos miramos a nosotros mismo cometiendo errores, nunca nos equivocamos, si nos caemos, nos han empujado y somos incapaces de levantarnos.
ResponderEliminarun abrazo.
Tal cual, Emilio, unos soberbios de tomo y lomo.
EliminarUn abrazo.
Condenados a repetir la misma historia. La culpa siempre nos es ajena. Nunca avanzaremos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La primera excusa la de Caín: "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?" Tenemos una larga tradición, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
De nosotros depende y no estar pendientes de medidas prohibitivas. Para algo tenemos la cabeza y la sensatez, que nos marca la forma de actúar.
ResponderEliminarBesos
Sí, Antonia, pero somos como somos.
EliminarBesos.
Me voy a quedar con esa flor radiante que mira al sol y permite que tres insectos revoloteen y se posen en su corola para darse un festín y me quedo con esto porque alegra la vida y me hace sentir viva y con la suficiente responsabilidad para saber que tengo que ser precavida ante ese mal virus que todavía nos acecha.En mi pueblo vuelve a haber contagios después de un breve respiro sin ningún caso y donde las personas bajaron la guardia..Saludos
ResponderEliminarEsa es la amenaza, confiarnos en demasía, Charo.
EliminarUn abrazo.
Nos viene bien vislumbrar la flor y la belleza que nos rodea, porque necesitamos liberarnos del miedo, Francisco. Pero, la prudencia siempre es buena, no debemos confiarnos. El invierno está cerca y podemos volver atrás, es cierto.Cada uno debemos ser responsables y aprender, sin olvidar.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo entrañable por tu constante profundidad y buen hacer.
Miedo y prudencia no son incompatibles. No se me ocurriría meter miedo, pero sí invito a ser prudentes.
EliminarUn abrazo.
Es verdad nos encaprichamos.
ResponderEliminarY los caprichos nos llevan con frecuencia a la obstinación.
EliminarUn abrazo.
Creo que hay que guardar un equilibrio entre el miedo, el confiarse demasiado, el ser inconsciente, el no tener empatía en absoluto, el ser precavido, y el aprender a disfrutar del instante con responsabilidad. Un abrazo grande Francisco!!!
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo contigo, Eli.
EliminarUn abrazo.
"Tres enredando sus patas en los estambres". Me encantó toda esa parte donde un instante llamado Flor nos eleva sobre las circunstancias actuales.
ResponderEliminar¡Magnífica descripción natural!