Todo es un proceso. Nada
es de repente
sino una consecuencia.
Algo debió preceder
a la lluvia mientras
dormía. Me despertó
la música repiqueteando
sobre la ventana,
a la que siguió un
penetrante olor a tierra mojada.
De inmediato, me pareció
visualizar
charcos en la calle y a mi,
con pocos años
y calzado con sandalias,
vadeando
con ímpetu el improvisado
estanque.
Ahora evito salir a la
calle los días de lluvia,
pero mi memoria atesora
secuencias
encadenadas de sonidos,
olor y chapoteo
que se eternizan como los
grandes relatos
en los anaqueles de mi
biblioteca personal.
Hay una vida frágil,
pasajera y finita;
pero también confío en esa
otra Vida
que no muere jamás,
proceso de la primera,
en estado de eternamente naciente.
Un descendimiento al yo
indivisible
y eterno que completa el
ciclo
hasta la profundidad del
aquí resucitado.
Cualquier pequeño detalle del presente sirve de puente para regresar a esos tiempos mágicos de la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo bloguero, Paco.
En el fondo, Profesor Gea Bermejo, uno va buscando los vericuetos que le conduzcan a aquel mundo feliz.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
La vida es un proceso que inevitablemente te lleva a un final, nadie se salva de ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero como los ríos, nos remansamos antes de la desembocadura y nos gusta mirar hacia atrás.
EliminarUn abrazo, Emilio.
Poema fascinante. Bem construído, intenso, profundo, que muito gostei de ler. A vida é composta por várias nuances e... só assim faz sentido
ResponderEliminar.
Um dia feliz … cumprimentos
.
Pensamentos e Devaneios Poéticos
Muy agradecido, Rykardo.
EliminarAbrazos.
Un poema muy profundo que nos lleva a la reflexión aunque a mí me ha recordado a esas botas katiusKas que usaba de niña en días de lluvia y me servían para meterme en todos los charcos.Saludos
ResponderEliminarAsí es Charo, hay más de una lectura en el poema. Ese chapoteo que te recuerda es esa misma invitación que hago a volver sobre esos pasos de ayer, a reflexionar de dónde venimos y a qué hemos llegado.
EliminarUn abrazo.
Hola Framcisco. Bonitos versos al igual de bonito como salpica el niño al pasar el charco de agua. A mí también me encanta pisar los charcos, claro cuando llevo botas de goma.
ResponderEliminarAbrazos
Tú sigues siendo una chiquilla traviesa y alegre. No dejes nunca de ser una niña.
EliminarUn abrazo.
No se que tienen los charcos, que a los chiquillos le gusta meterse en ellos. La lluvia siempre es bien recibida, ya que hace mucha falta que llueva por Andalucía.
ResponderEliminarBesos
Ojalá esto sirviera de reclamo para que llueva, se formen charcos y podamos ver en ellos reflejas nuestra infancia.
EliminarBesos.
Creo que no hay cosa que atraiga más a un niñx que chapotear en un charco, yo aún recuerdo cuando lo hacía.
ResponderEliminarNo sé si me equivoco, pero tengo la sensación de que te sigue habitando la niña que fuiste y que te encantaría meterte y chapotear.
EliminarUn abrazo.
Precioso, Francisco. Todo es un proceso, una evolución. Ese niño que creció, que se hizo hombre, que madura en experiencia y sabiduría, retorna siempre en el recuerdo para decirnos que: sigue ahí presente, que no muere, ni morírá nunca, porque su esencia eterna nos acompaña, nos impulsa y nos guía hasta la felicidad que merecemos...Otra preciosura, que nos muestra tu fé, tu esperanza y tu grandeza interior, amigo.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo admirado, Francisco.
Al tiempo me ruborizas, me alegras y me animas. Todo en uno, María Jesús. Te agradezco muchísimo tu esfuerzo en cada comentario.
EliminarUn abrazo muy cariñoso.
Deberá ser tal y como confías que sea esa otra vida. Confío también.
ResponderEliminarAbrazo.
Estoy seguro que allí nos vamos a encontrar, Sara, y hasta nos reconoceremos.
EliminarUn abrazo.
La vida es un proceso..... Muy lindos versos amigo. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sanda. No interrumpamos nunca el proceso.
EliminarUn abrazo.