Seis de la tarde. Julio es
plomo fundido
en Sevilla, la calle un
silencio audible;
tan solo se oye el reflujo
del aire acondicionado,
allí
donde la economía lo hace
sostenible.
El verano es propicio para
entender
el trazado anárquico y
apretujado,
─también sombrío─
del casco antiguo de la
ciudad.
Esto se asemeja bastante
al tiempo
vivido en la infancia,
donde ni los ventiladores
giraban
como norias resecas. Uno
no se cuestiona cómo se
las arreglaban
quienes nos precedieron,
pero el tiempo anterior
siempre fue más austero y
fatigoso.
Quienes hemos vivido otras
circunstancias
no dejamos de mirar hacia
la infancia
y valorar este tiempo
favorable y positivo,
que para nada resulta
comparable al ayer.
Dicen que tiempos pasados fueron mejores, aveces me parece que asi es. Muy lindo poema amigo. Saludos.
ResponderEliminarLa experiencia me dice que los tiempos pasados son distintos, ni mejores ni peores; también me dice que no desaprovechemos la lección para saber resolver los actuales.
EliminarUn abrazo.
De hecho, los del lugar huyen si pueden durante el verano. Recuerdo un comienzo de clases a primeros de septiembre sudando la gota gorda en el aula (Brenes), como si empezara el verano.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Es que el valle del Guadalquivir es mucho valle (de polvo sudor y lágrimas) y los veranos, con sus prolongaciones, se hacen insufribles.
EliminarUn abrazo, Cayetano.
Hace varias semanas dije en una entrada " Cualquier tiempo pasado te recuerda lo que ya no tienes", aquellos veranos pasados se Vivian entre calles estrechas donde el sol no llegaba al suelo, también las salidas al anochecer a la fresca, hoy están prohibidas en algunas ciudades, el charlar con los vecinos hacia más llevadera la calor, hoy nos metemos en nuestras casas y nos aislamos, las amplias avenidas achicharan el suelo que expulsa más calor aún, como decía, aquel tiempo pasado, te recuerda lo que no tenemos ni podemos hacer hoy.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad, Emilio, lo inteligente es adaptarse a cada tiempo; pero cuando se mire hacia atrás, comprender que no siempre fueron las cosas como hoy.
EliminarUn abrazo.
El calor intenso siempre lo recuerdo en verano y sin aire acondicionado..... y sobrevivimos. Viví también en El Caribe unos años con un calor intenso y también lo soporté. Pienso que el cuerpo puede aguantar temperaturas extremas tanto de frío cómo de calor y así ha sido a lo largo de la Historia. A decir verdad he vivido inviernos muy fríos trabajando sin calefacción y eso lo he llevado peor.Saludos
ResponderEliminarEsa experiencia tuya es la que debiera conocer la generación presente, para que sepan que es posible vivir de otro modo, con menos medios, aunque también satisfactoriamente.
EliminarUn abrazo, Charo.
Afortunadamente ya va refrescando..ya mismo nos quejarems del frío.
ResponderEliminarBesos
Es verdad, Antonia, en lugar de dar gracias nos hemos acostumbrado a quejarnos por todo.
EliminarBesos.
Menos mal que a ti te ha cogido junto al mar, porque a mí me dicen que está haciendo mucho calor.
ResponderEliminarPara mí el tiempo presente es el mejor siempre.
En eso coincidimos, Tracy, aunque me deleito mirando hacia atrás, mi tiempo es el presente.
EliminarUn abrazo.
Tiempo pasado, las responsabilidades eran de otros y no nuestras. Eso si lo extraño. Y cómo se las arreglaban, no sé todo el esfuerzo que hacían, pero nos hacían la vida maravillosa, aunque no sobrara nada material y a veces podía faltar, amor hasta para repartir siempre había.
ResponderEliminarUn abrazo.