Con frecuencia estamos
aquí,
pero pensando en allí
y acabamos por no estar
ni aquí ni allí.
Me gustaría volver a la
infancia,
despojarme de tantas
adherencias
y volver a instalarme en
la inocencia,
en ese estado primigenio
capitaneado por la
ingenuidad,
esa tabla rasa que tanto
nos asemeja
al puro instinto animal.
En la lejana infancia de
mi Ojén natal,
el agua era un manar
incesante.
En Los Chorros,
un caudal sin fin
del que se abastecían
todos los hogares
con cántaros, botijos y cubos.
Llegó el progreso
y llegaron a las casas
la instalación de agua
tratada
y sin esfuerzo. Fue
entonces
cuando perdió valor
como por la sagacidad
se pierde la inocencia.
Y se nos olvidó dar
gracias al grifo,
y nos instalamos en el
derroche,
y perdimos conciencia
del origen y el esfuerzo
como medios para alcanzar lo
primario.
Aquí y allí,
la relatividad del reflejo
del agua,
la estampa revirada que
nos devuelve
el espejo.
Es verdad que nos han puesto las cosas tan fáciles y tan a nuestro alcance que parece que carecen de valor, luego no nos han hecho pensar sobre su costo, lo hacen para que no tengamos en cuenta lo que vale, luego vendrá "el tío Paco con las rebajas".
ResponderEliminarUn abrazo
Pues en el fondo, Emilio, todos somos responsables del derroche, aunque ciertamente unos mas que otros. Hoy, esas cosas que no valoramos, son de un gran esfuerzo y sacrificio para muchos pueblos de la tierra-
EliminarUn abrazo.
Cuánta verdad! Se nos hicieron fáciles tantas acciones y bienes naturales que perdimos el valor del logro. Basta con ver las amistades. Hoy más que nunca podemos comunicarnos en instantes con cualquier persona en cualquier parte del mundo y sin embargo no siempre lo hacemos y a veces nos conformamos con un whatsapp pero paralelamente nos sentimos más solos que nunca. Tal vez cuando íbamos a caballo y demorábamos horas en llegar a ver a ese amigo o amiga, esa visita tenía otra consistencia y mayor sentido, por el logro y amor que generaba el esfuerzo. Qué gran tema! Realmente a veces da ganas de volver a la inocencia de ser niño o niña además de volver a caminar y trabajar para conseguir agua y alimento.
ResponderEliminarSoy Paty Carvajal, de Chile. Saludos cordiales.
¡Qué alegría y que belleza de comentario, Paty! Creo que es la primera vez que comentas en mi blog y puedo asegurarte que me siento plenamente satisfecho con tu participación. Un trocito de mi corazón para ti y para tu país, donde amo a algunas personas.
EliminarUn afectuoso saludo.
Con la comodidad, dejamos de ser conscientes del valor de las cosas qye nos sirven, del medio ambiente, de los elementos... Como si todo nos lo mereciéramos y vamos, desperdiciando desde el agua, hasta las amistades. Pero para no ponernos tristes... ¡Vamos!, te invito a nuestra niñez, a jugar un rato en tu barrio o en el mío, al fin que tus amigos o los míos encantados de recibir a un nuevo amigo. Dale, que ya están todos. :)
ResponderEliminarUn abrazo muy niño.
¡Qué bonito, Sara! ¿Qué saben mis nietos y sus contemporáneos de los esfuerzos, de las privaciones y de lo felices que éramos con tan pocas cosas? Cuando derrocho estoy malgastando lo que pertenece a otro. Los bienes son limitados; no así la amistad, que puede crecer infinitamente. ¡Tómame de tu mano, Sara, vamos con tus amigos a engrosar el corro!
EliminarUn inocente abrazo muy cariñoso.
Hermoso poema lleno de grandes verdades Francisco.....el tiempo ha ido pasando rápidamente y con él un progreso que nos ha hecho esclavos del bienestar y del tener: puro materialismo que nos hace olvidar la importancia del ser. Me uno a ese grupo de niños con su inocncia y juegos infantiles de los de antes.Saludos
ResponderEliminarDémonos la mamo, hagamos un corro donde el protagonista sea la inocencia. Vamos a tratar de vivir con menos, sin excesos, sin despilfarros.
EliminarUn abrazo.
No soy de aquí ni soy de allá. No tengo hogar ni porvenir. Eso nos pasa a más de uno.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
En algún momento todos nos hemos sentido Facundo Cabral, pero Cayetano es Gea-nuino y a tí te encontré en la calle.
EliminarUn abrazo.
Hay tantas cosas que nos ponen ante los ojos el mundo que hemos construido...! que mejor admirar el pasado con cariño y añoranza y no plantearse más cosas porque entonces nos amargamos y hay que vivir lo mejor posible el aquí y el ahora.
ResponderEliminarSolo podemos cambiar el presente, Tracy. Es imposible hacerlo con el pasado y el futuro no nos queda a mano. La reflexión sirve para eso, para evaluar cómo estamos haciendo las cosas aquí y ahora. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.