12 octubre 2021

MISTERIO MANIFIESTO

 


 

Hace mucho que el primer homínido

salió del agua, de la agitación

marina de las aguas del mar,

donde un mundo desconocido

sigue siendo el morador abisal

de las oscuras profundidades.

 

Todo el gran misterio de la vida

en una molécula de agua,

en una primigenia gota

que prefigura la parte y el todo.

 

Y el hombre, dos millones de años

después, sigue siendo tan torpe

y tan dependiente. Aunque

con un punto de soberbia de más,

como para creerse el rey del mambo

y ser tan frágil como esa paradoja

de que un simple microscópico virus

nos ha arrodillado mirando a la pared.

19 comentarios:

  1. No te falta razón. Creo que para la naturaleza sonos un simple mosca cojonera. Y estorbamos.
    Un abrazo, Paco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo al servicio del hombre y nosotros poniéndole la zancadilla. Así somos, Cayetano.
      Un abrazo.

      Eliminar
  2. El primer homínido no salió del agua, bajó del árbol, las que salieron del agua fueron las bacterias hace unos pocos años, tan solo 3.500 millones de años, por eso estas últimas son tan jodias y resabías, apenas se ven y no hacen más que dar por culo, el hombre tendrá que seguir estudiando para aprender como hacerles daño.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De momneto sabemos cómo hacernos daño a nosotros mismos. Una lección que no aprendemos por muchos siglos que han pasado.
      Un abrazo.

      Eliminar

  3. Um poeta intenso, profundo, que me deliciou ler.
    .
    Cumprimentos poéticos.
    .
    Pensamentos e Devaneios Poéticos
    .

    ResponderEliminar
  4. La vida se encarga de ponernos a prueba y demostrar con ello, la fragilidad del hombre. De nada sirve esa soberbia, si cuando se desata las fuerzas de la Naturaleza, no hya quién pueda con ella.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las evidencias del presente no dejan margen a la duda, Antonia.
      Besos.

      Eliminar
  5. Hola Francisco. Un poema sensible y a la vez nos da un tirón de orejas por creernos ser tan vanidosos y pensar que no nos puede nadie, y hasta una bichito mas pequeño en tamaño, que el grosor de un pelo, nos ha vencido e incluso nos ha medio derrotado. Muy buen poema.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  6. Pues sí, es que nuestro desarrollo tecnológico nos conduce a la autosuficiencia, a creernos dueños de la creación, olvidando nuestras limitaciones, hasta que la realidad nos pone en nuestro sitio. A algunos, pues otros o no se dan cuenta o ni lo quieren pensar.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los hay que incluso lo niegan, que es el colmo de la ceguera.
      Un abrazo.

      Eliminar
  7. Y por más que la vida nos muestre lo vulnerables que somos seguiremos sin aprender y seguiremos creyéndonos que somos "invencibles".Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así de tozudos somos, Charo. Parece que tenemos poca solución.
      Un abrazo.

      Eliminar
  8. Pensaba que de esto saldríamos más humildes, amorosos y humanos, pero no... La soberbia y el egoísmo nos ciegan y dominan. Parece que necesitamos sufrir más para recapacitar.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que has dado en la clave, Sara: es la soberbia la que nos hace perder la razón.
      Un abrazo.

      Eliminar
  9. Buena lección que se agradece que sea hecha de forma lírica con el arte que te caracteriza..

    ResponderEliminar
  10. El materialismo y la tecnología ha alimentado el "ego" del hombre y se ha olvidado de la esencia espiritual y su Creador, Francisco. Ahí está el tema. La escasa humildad y espiritualidad nos hace frívolos y frágiles, porque falta la grandeza interior, que nos eleva por encima de la materia.
    Buena reflexión, ahí está la naturaleza con su sencillez y su misterio, ganándonos la partida.
    Mi abrazo y feliz semana, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quizás nos hemos creído que en nuestra condición de reyes de lo creado solo tenemos que recibir vasallaje.
      Un abrazo.

      Eliminar