Vivir era esto,
una penosa subida,
una aventura agotadora
y extenuante
con respiros de complaciente
gozo
al acariciar el sol con las
manos.
Trabados el uno al otro,
uncidos para no salirnos
del camino,
en este devenir de días
sobre los que navegar.
Cada mañana, al amanecer,
pronuncio la palabra vida
y noto cómo me responde
demandando agradecimiento
que no tardo en pronunciar.
Era eso, Paco. Una penosa cuesta arriba con momentos gratificantes de escasa duración. Pero hay que seguir empujando la piedra, como Sísifo. No hay otro camino.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es este el camino, Cayetano, pero en el global, nada hay superior a la vida.
EliminarUn abrazo.
Bello el poema. Cada amanecer es un nuevo día de vida, y si podemos verlos, es el mayor gozo.Preciosa la imagen al igual que los versos.
ResponderEliminarAbrazosssssss
Esa es la explicación perfecta, Isa.
EliminarUn fuerte abrazo.
Tus versos siempre conmueven, emocionan, hacen sentir, porque los creas y luego los liberas para que tomen vida propia.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Eres genial, Sara, pues sabes vislumbrar entre lo que digo y lo que sugiero.
EliminarUn fuerte abrazo.
Vida, salud, amor... lo demás importa poco.
ResponderEliminarTienes toda la razón, Angalu, en esas palabras se concentra aquello de más valor para cada uno de nosotros.
EliminarUn abrazo.
Ahí esta esa acertada perspectiva, Francisco...La aventura de la lucha diaria, unidos al sol y en busca de la luz... La clave está en ser agradecidos día a día.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo, amigo.
Me levantas el ánimo, María Jesús, porque me ayudas a ver con mayor claridad dónde debemos poner el foco. Te lo agradezco profundamente.
EliminarUn fuerte abrazo.
Grandioso agotamiento que nos deja el vivir, vivir bien
ResponderEliminarUn abrazo
A veces queremos descansar antes de tiempo. La vida no es campo de reposo, sino de lucha incansable. Muchas gracias por tus palabras, Mujer Virtual.
EliminarUn abrazo.