Fotografía de Escolástico Martín, "Tico" |
El mar, en su bullir
melodioso,
azul, tornasolado, verdoso a
veces,
peinado por la brisa fresca
que lo acaricia en
superficie
y alisa las arenas de la
playa;
ese mar que gime llantos
de viejos naufragios
y atesora en su vientre
el acero y maderamen
de antiguas catástrofes;
ese mar que hoy es manso
cordero,
lana nívea de espuma de nácar;
ese mar que hoy es bramido
contenido,
esmeralda y rumoroso latir;
que es tigre agazapado que
sestea
y es viento contrario
que despertará a la fiera
y habrá puesto en danza
el rugir fiero de alimaña
para enlutar con trinos de
amargura
el regreso de quien no ha de
volver.
Bello este poema en honor a ese mar inmenso.
ResponderEliminarFeliz martes y gracias por aceptar mi invitación.
Un abrazo Francisco
Es un placer, Carmen. Gracias por tus palabras.
EliminarUn abrazo.
El mar, siempre mudable y caprichoso, que lo mismo te da la vida que te la quita, siempre será un buen motivo de inspiración para los poetas.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco. Que tengas una buena semana.
Muchas gracias, Cayetano. Hago tus deseos extensivos a todos mis intereses.
EliminarUn abrazo.
Me has encantado
ResponderEliminarSiendo así, recomenzaría a escribir el mismo poema pensando en ti.
EliminarUn abrazo.
Bellas metáforas que definen a ese mar infinito, que guarda y conlleva el misterio de la vida y la muerte...Realmente es un monstruo camaleónico, que nos sorprende siempre y debemos tenerle admiración y respeto.
ResponderEliminarMi felicitación por el lirismo del poema, Francisco.
Mi abrazo, amigo.
Por lo común, las personas que hemos crecido junto al mar le guardamos un respeto inmenso, porque como dices es un monstruo a veces adormecido.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hermoso poema..el mar,la mar,nuestra mar siempre cambiante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, MA, por tu comentario.
EliminarUn abrazo.