¡Oh tú!, piedra preciosa,
diosa viva
con latido inerte sobre
lecho
de arena incólume,
como jade bajo los rayos del
sol
acaparando el deslumbre
brillante,
piel tostada con un toque de
canela
cuyo sabor adivino y relamo
textura crujiente que palpo
con mimo en mi boca
sedienta.
Quietud, estética estática,
ópalo sublime,
bañado por la brisa marina
y la salina resaca de la
mar.
Paso a prudente distancia,
mas mi sombra se estira por
rozarte
y sobrevuela virginal sobre
ti,
como nube esponjosa, temblorosa
que ni hace por ser notada
ni augura amenaza inminente.
Éxtasis visual, hechizo
pasajero,
herida fugaz…
Cuerpos bellos tostados al sol, una tentación que embriaga los sentidos.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
Y tú pasando por la playa y paseando tu sombra por encima de cuerpos ajenos.
EliminarUn abrazo.
Esa sombra salió como el genio de la botella mágica.
ResponderEliminarBesos.
Pues sí, algo similar, Sara.
EliminarBesos.
Una sombra y suirada y todo se detiene.
ResponderEliminarUn beso
Gracias por tu presencia, lectura y testimonio.
EliminarUn beso.
Inspiradora esa sombra, que sobrevuela virginal, como nube esponjosa, temblorosa...El poeta se ha retratado, sin darse cuenta de que, el protagonista del poema es él, que absorbe la belleza y misterio de la diosa.
ResponderEliminarMi abrazo, Francisco.
Me encanta tu interpretación, María Jesús. Con frecuencia pienso en tu comentario cuando acabo de escribir un poema y antes de publicarlo.
EliminarUn abrazo.