Cuando salgas al campo
y el aroma te conduzca
a un plantío de naranjos,
observa cómo en ese verde
permanente
cohabita a relevos el níveo
del azahar
y el anaranjado jugoso del
fruto.
Cuando el paseo te conduzca
a una alineación de olivos,
─plantados
a cordel─
y si en medio de ese mar
sólo aprecias desolación,
piensa en lo ancestral y
básico
de la comida mediterránea.
Cuando en el secarral de
lomas peladas
divises la desnudez de la
higuera,
sus brazos artríticos
en disputa con los
sarmientos
separados de las cepas de la
vid,
no cunda en ti la
desolación,
pues es tiempo de espera.
Llevas razón, me encuentro a la espera de los primeros mostos que nos dará la uva.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenos días, Emilio, no te imaginaba cosechero. Que lo disfrutes sin dejar de estar plenamente consciente.
EliminarUn abrazo.
El campo es espera, paciencia para que madure el fruto, desolación ante el infortunio, alegría cuando la cosecha es abundante...
ResponderEliminarUn abrazo, Paco, desde tierras extremeñas.
Gracias, Cayetano, por tu comentario minucioso.
EliminarUn abrazo.
Sí, gracias. Para no sucumbir, debemos mirar con poesía... sólo así.
ResponderEliminarBesos de naranjo.
¡Qué bonito, Sara! Gracias por tan bellas palabras.
EliminarBesos de azahar.
Hay que esperar, el tiempo lleva en su mano el timón de nuestras vidas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Manuela.
EliminarUn abrazo.
me parece muy bien que observemos la naturaleza, en vez de hechar un ojo, jha ja, gracias por el poema Elsa
ResponderEliminarMaravilloso, me gustaría ponerlo en mi facebook, sólo necesito tu autorización. Es un poema perfecto, tiempo de espera y también de ver en su dimensión cada brizna, cada árbol, cada plantío. Gracias. Beso
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