La naturaleza es un templo
en el que el hombre es a
veces
un extraño y otras un
sacrílego:
unos son incapaces de usar
sus recursos
mientras otros unos
profanadores.
Allí una paleta infinita de
colores,
un crisol de aromas
embriagadores
que evocan situaciones y
recuerdos;
allí un vergel de vidas y
sonidos,
la batuta invisible de una
gran orquesta,
el armonio acústico de lo
inimitable,
de donde los músicos
caligrafían sus partituras
al amparo de los vientos.
Vida. Vida latente: vegetal,
mineral, animal;
festín de lo ínfimo y lo mayestático:
reino absoluto.
Y el hombre…
El hombre tirano de todas
las especies.
El hombre es tirano de todas las especies y de él mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, Emilio Manuel. Ninguna especie atenta contra la naturaleza salvo el hombre.
EliminarUn abrazo.
La Naturaleza, ya va mostrando su enfado ante tantas agresiones del ser humano. Si no se pone remedio, seguirán nuevos huracones.
ResponderEliminarBesos
A veces tengo esa misma sensación de que las reacciones virulentas de la naturaleza obedecen a un rechazo contra nuestra actuación en el medio.
EliminarBesos.
Asi es, Francisco. La naturaleza es el templo, donde el Creador nos muestra sus maravillas para el cuerpo y el alma. En ella nos recreamos y nos fortalecemos espiritualmente, porque contiene todos los valores que necesitamos...El hombre está distraído con la materia y el espíritu lo tiene enjaulado y aislado.
ResponderEliminarMi abrazo y feliz finde.
Un templo violentado por todos que no me explico cómo aguanta todavía; aunque ya son visibles las señas de esos malos usos.
EliminarUn abrazo.