Fotografía de Escolástico Martín, "Tico" |
Cansado de brillar, de
alumbrar
desde el cielo el de los rayos
de oro,
recoge sus flecos
hasta ensimismarse y desaparecer
en el manto oscuro de la
noche.
Cuando la tristeza se
apodera
de los pasados delirios de
luz,
contagia de desesperanza a
todo el orbe
mientras un dorado destello
se recorta
tras el perfil delineado de
los montes;
entonces, poco a poco, como
todo se ensombrece,
una penumbra anaranjada se
sube al carro
de una nube arriñonada.
Según se adapta la vista a
la opacidad,
miles de puntos de luz se
derraman
por el firmamento como
espuma de cava
que burbujea alegre la
bóveda
e ilumina de feria con
millones de farolillos,
cual sinfonía nocturna y
ancestral.
Una pena que desde hace mucho tiempo no pueda verse, debido a la contaminación lumínica, esa sinfonía nocturna y ancestral.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este pasado verano subimos a la Sierra Blanca (en coche gracias a mi hijo) y pude ver ese espectáculo del que ahora nos priva la contaminación lumínica del progreso. Nunca se sacia uno de contemplar tanta belleza, Emilio.
EliminarUn abrazo.
Que no falte la luz.
ResponderEliminarVamos regresando poco a poco de un viaje feliz y fructífero, pero de esos que te dejan molido.
Un abrazo, Paco.
Lo importante es haberlo pasado bien, Cayetano, y celebro que así sea.
EliminarUn abrazo.
Me gusta ese paso de la luz a la oscuridad que nos has poetizado Francisco...Lo cierto es que, no hay oscuridad absoluta, siempre surge el milagro de la luz, que nos rescata y nos devuelve la esperanza en cualquier situación de la vida.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo por esta preciosidad.
De alguna forma es una vivencia, buscando aquel cielo que recuerdo de la niñez. Muchas gracias por tus estimulantes palabras, María Jesús.
EliminarUn abrazo.