La memoria es una ola que
arrastra
mar adentro, una resaca que
te desplaza
y te adentra por las
procelosas aguas
de lo vivido. Allá
por... Eran tiempos
austeros, tiempos donde todo
era escaso
y tenía pronunciación en
singular:
el bañador —el mismo hoy, mañana
y hasta romperse o ser
heredado
por el orden dinástico de la
edad—
Alguien llevó a la playa una
cámara
de camión, un donuts negro
que usábamos de flotador por
turnos;
llegado el mío y echado de
espaldas,
mis brazos de niño eran
pequeños remos
para mi peripecia navegante,
una travesía costera, una
aventura
progresivamente complaciente
que,
—de manera inconsciente—
cada ver me acercaba más y
más
a la lejana línea del
horizonte.
Remaba con un solo brazo y
giraba
el artilugio poniendo rumbo
a tierra,
pero la fuerza de la
corriente era más
fuerte que mi capacidad de
cautivo
al banco de aquella galera
de caucho.
Hacía fuerzas, todas mis
escasas fuerzas,
y a cada instante me alejaba
más de la costa;
a mis gritos respondían con
bromas
pensando en lo mucho que me
divertía;
finalmente entendieron “no
puedo”
y salieron varios en mi
auxilio.
Fue entonces cuando me
explicaron
las fuerzas ocultas de la
resaca,
pero para entonces ya había
recibido
la inolvidable lección
práctica.
Y es que el mar tiene mucha fuerza tanta que te puede arrastrar mar adentro.
ResponderEliminarUn beso.
También hay palabras seductoras que pueden llevarle a uno irremediablemente adonde no desea.
EliminarBesos.
¿Por qué se comen mis comentarios ? uno nunca escribe dos veces con el mismo sentimiento. Por lo menos yo no puedo hacerlo. Siempre arrastro una dosis de "rabia" que contamina lo que quería decirte.
ResponderEliminarAhora te lo digo y ojalá salga bien.
Me has emocionado con ese tierno recuerdo de un niño valiente que no temía al mar.
Sigues siendo ese niño, lleno de valor, de optimismo, de valentía y hasta tienes la suerte de conservar a tus seres amados que cuidan que la resaca de la que hablas no te arrastre con ella. .
Eres un gran poeta. Juegas con las palabras , armas rompecabezas increíbles y luego dejas nacer los versos que nos emocionan.
Te admiro mucho y te quiero mucho también. Apapachos.
Al margen de la tediosa lentitud, hace días que no puedo usar el correo electrónico. Por las ondas debe circular una especie de hechizo que limita nuestros actos a voluntad. Gracias por tus irrepetibles y azarosos piropos. Eres especialmente delicada y generosa conmigo.
EliminarApapachos.
Yo tuve de pequeño también una amarga experiencia con la resaca (De mayor también, pero de otro tipo) Una balsa hinchable con la que me alejé mar adentro y luego me costó una barbaridad poder regresar. Lo pasé mal.
ResponderEliminarLuego está la metáfora: no poder deshacer el embrollo en el que tú solo te metes de vez en cuando con grave riesgo para ti. De esas también hay unas cuantas.
Un saludo.
Comprendes entonces, Cayetano, que se pasa muy mal cuando tú te empeñas en volver a tierra y el agua te arrastra sin poder evitarlo. Yo salí con ayuda, ya que solo no podía. La metáfora la dejamos para otro momento.
EliminarUn abrazo.
¿Y qué pasa, amigo Francisco, con una resaca de mayor, propiciada por una noche loca de juerga, acompañada de borrachera? ¿La has sufrido? Por favor, haz una oda con ella.
ResponderEliminarDesde Gran Canaria, con un saludo cariñoso para todos como siempre, Ángel
Esta es la "metáfora" de la que habla Cayetano en el comentario anterior, de la que todos o casi todos, tenemos más de una experiencia. Te prometo Ángel que algún día lo haré, pero ahora estoy empeñado en seguir hablando del mar.
EliminarUn fuerte abrazo.
Uf qué miedo, parece mentira que el agua, algo tan aparentemente inofensivo tenga tanta fuerza.
ResponderEliminarMe has recordado mi infancia en la alberca de la huerta, allí usábamos "recámara" no flotador.
Un abrazo Fco.
Al mar no se le debe tener pánico, pero sí mucho respeto. Hablo de un tiempo y un lugar en el que no había nadie, ni personas vigilantes con salvavidas, pues a pesar de eso, hoy, cada año se pierden en el mar muchas personas por diversas imprudencias como bañarse cuando hay una bandera roja. Mucha prudencia, mucho respeto, eso es lo que lleva al disfrute.
EliminarBesos.
Ese niño interior necesitaba hacerse oír...Y nos ha relatado su inolvidable experiencia en el mar...Y es que debemos cuidar a ese niño creativo e inspirador, que tanto bien nos hace...Mi gratitud y mi abrazo por recordar y hacernos partícipes de ese intenso y emotivo momento.
ResponderEliminarM.Jesús
Este niño te está muy agradecido por tus comentarios siempre favorables y todos ellos salpimentados de mucho afecto. Gracias, María Jesús.
EliminarBesos.
Seguro que aparte de ese día que te hizo sentir miedo, los demás posiblemente muy bien.Quizás mejor que lo pasan ahora con tantas cosas que tienen y muchas veces no les llegan. Besos
ResponderEliminarHay otra experiencia de pánico, pero no me voy a poner pesado con las imprudencias. En cambio, puedo contar el extraño placer de bañarme estando lloviendo, una sensación inolvidable. En la arena no se podía estar y en el agua no me mojaba. Quizá debería escribir sobre eso, pero te lo anticipo.
EliminarBesos.
Mi mejor diversión era sentarme en el muelle y tirar mi caña...no tenía ni una decena de años aún pero me gustaba conversar con las personas mayores que hacían lo mismo...algunas veces no sacaba ni zapatos pero me llevaba a casa varias historias contadas por los que me acompañaban ( o era yo quien acompañaba)..otras veces, quizás por condescendencia, ellos escuchaban las mías....
ResponderEliminarSiempre he pensado que la vida es un circulo que cuando se abre, en algún punto se cierra y algún tiempo después me toco viajar con un grupo vacacional a distintos lugares de Caracas y uno de ellos era una empresa donde hacían helados...Según la jefa de relaciones públicas ese día era imposible entrar, a pesar de todas las explicaciones que daba el que dirigía el grupo de vacacionistas...
Cuando nos ibamos a marchar, una señora bien vestida me ve y se acerca sonriendo..Yo nunca me he jactado de mi memoria, porque no la tengo...y no sabía quien era la afectuosa señora...Al final, resultó que era una de las personas que un día se sentó en el mismo muelle donde yo pescaba y que se había divertido con las historias que inventaba..Yo seguía llevando aún las trenzas para evitar que el cabello largo me despeinara, y con mi altura de niña que aparentaba mucho mas edad, ella pudo fácilmente reconocerme...preguntó a que veníamos y enseguida nos dio la autorización para entrar porque mi amiga pescadora de otro tiempo, era la Gerente de ese lugar...
El mar tiene muchas historias de pescadores...y esta es otra mas...
Bellísima historia, Mirella, que habla de la importancia de las buenas relaciones humanas. Gracias por contarnos tan bella experiencia.
EliminarBesos.
Pánico y angustia, que ni idea tenías de que después te inspiraría esta belleza.
ResponderEliminarUn abrazo anisado.
¡Han pasado tanto años! Ni siquiera me explico cómo lo recuerdo.
EliminarBesos marinos.