Un abanico de vidas plegado,
un diafragma cegado de sangre
por el que no se ve la luz,
un camposanto entre cascotes,
un esperar desesperante
de quien nada bueno se espera,
eso, lacónicamente eso es Gaza hoy.
Una inmensa cuneta repleta de cuerpos
que han conocido muy temprano
la paz después de la vida.
Suenan las bombas, suenan las tripas,
suena el aire a impotencia, a martirio,
a órdenes caóticas de un nuevo traslado,
suenan lacónicas trompetas de exterminio.
La muerte como liberación de todo sufrimiento,
como alivio de severas mutilaciones,
como ensoñación truncada de una paz duradera
que solo se alcanza al otro lado de la vida.

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ResponderEliminarEste poema es de 2010, pero de rabiosa actualidad, lo he traducido del catalán, aunque creo que la poesía no debería traducirse.
ResponderEliminarPolvo, llantos, miedo,
angustia, alborotos,
rumor de angustia.
Polvo, llantos, miedo,
gritos, detonaciones,
disturbios, venganzas,
venganzas y disturbios.
Sangre y heridos,
muerte y sangre,
niños y adultos
inocentes y culpables.
Culpables de nada
inocentes de todo
Ignominia y sangre
heridos y sangre.
Y muerte,
muerte,
muerte.
¿Y los dioses?
¿Dónde están?
Te agradezco la traducción, aunque el sonido original es intraducible. Gracias.
EliminarVamos a ver si por fin esa "paz teórica" se convierte en una realidad...Lo cierto es que el afán de supervivencia es inmensa y ahora regresan a sus ciudades destruidas y devastadas con cierta esperanza...Ojalá que la solidaridad humana les ayude a reconstruir sus casas y a mantener la paz.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable por tu solidario y doloroso poema.
Dudo mucho de una paz que imponen las armas y desconocemos las condiciones. ¡No más muertes! ¡No más exterminio!
EliminarUn abrazo.