En la noche son más perceptible
los movimientos taimados.
El río es un oscuro espejo
que nos devuelve las luces de la ciudad,
aunque no nos habla de sus indecisiones.
Parece insomne, siempre alerta,
pero sin la menor estridencia
ni alarma alguna.
A veces va y otras viene,
pero nunca con alardes,
como si no quisiera hacerse notar
siendo la arteria que da vida,
que dulcifica las sombras y subraya las luces.
Parece gozar este tránsito de paz
que le lleva a dejar de ser
y asumir su punto salobre llegado el momento.
Llega aquí de las torrenteras de más arriba
y en la ciudad se remansa enseñoreándose
y disfrutando de su paseo fluvial,
a veces con una sonrisa
y otras sin el menor aspaviento,
mas siempre pudoroso.
Por muchos ignorado, por otros ponderado,
pero siempre, siempre, siempre,
columna vertebral del ayer y del hoy
por días sin término.
Es precioso el río Guadalquivir a su paso por Sevilla. Si atravesamos uno de sus puentes, podemos descubrir las maravillas que hay en el barrio de Triana.
ResponderEliminarUn abrazo.
El río es la gran avenida de Sevilla, el brazo que señala al mar y desde allí al mundo entero.
EliminarUn abrazo, Antonia.
Y sonRío agradecida y cómplice ante este caudal de amor.
ResponderEliminar🌹Un abrazo
Hay un mucho de sutileza en tus palabras.
EliminarUn abrazo, Merche.
Siento una atracción especial por los ríos, será porque de niña me bañaba en ellos en los diferentes lugares que viví ya que no había otra cosa y a mi siempre me atrajo mucho el agua y en bastantes ocasiones esos baños eran furtivos con las amigas y nunca se enteraron nuestros padres. Muy refrescante tu poema a ese bonito río Guadalquivir. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Charo. No dejes de ser nunca esa niña un poco osada que sabía sacarle el sabor a la vida.
EliminarUn abrazo.