Como el río se
remansa
en su tiempo
penúltimo,
dejando tras de sí
el intrépido vigor jovial;
como las fuerzas se
domeñan
en virtud de las
pérdidas,
así la vida en el
discurrir plácido
hacia la
desembocadura.
Fuerzas laxas,
tensión que bosteza,
un discurrir
placentero y meditabundo
donde la reflexión trata
de suplir
el déficit de los
impulsos.
Aguas remecidas,
torpes, dudosas,
que parecen titubear
si remontar los
tramos del pasado;
así el tiempo de la
calma,
esa que oscila
entre el ayer lejano
y el adormecido hoy
que se prolonga.
Como los patos se
deslizan calladamente,
sin aspavientos ni
salpicaduras,
como las mustias adelfas
musitan el invierno
y los juncos reverencian
el paso de las aguas
para incorporarse y
cortejarlas en su despedida,
así también el anciano
se hace súbdito
y acata en silencio
su propio discurrir
ante la terquedad
de sus limitaciones.
Tiempo de abstracción,
de contemplar el
paso de los días
y sus aprendizajes,
colmatándolos en el
crisol de su testimonio,
y observando cómo quienes
le siguen
vuelven a tropezar
en sus mismos escollos.
Estamos condenados a repetir los mismos errores.
ResponderEliminarUn abrazo, Paco.
La vida empieza y acaba en cada persona. Nada es transferible, Cayetano.
EliminarUn abrazo.
Hola Francisco. "como los patos se deslizan calladamente,
ResponderEliminarsin aspavientos ni salpicaduras,"
Creo que a veces es lo mejor, pasar por el mundo haciendo pero que no se vea, que se sienta y perciba pero sin sobresaltos.
El hombre es el ser que tropieza dos veces con la misma piedra, y tres y cuanto. Lo importante es levantarse y continuar.
Abrazos
Tienes razón, Isa. Y así vamos, de trompicón en trompicones.
EliminarUn abrazo.
Tengo la edad de aceptar mis limitaciones pero no me conformo con contemplar el paso de los días, quiero estar activa y hacer cosas que se que puedo hacerlas todavía, quiero seguir aprendiendo y sobre todo lo que no quiero es ser una carga para nadie si algún día me encuentro en esa situación.Tus letras dicen unas cosas que estoy convencida no llevas a la práctica pues eso de publicar un post diario no lo hacen los que se dedican a contemplar cómo pasan los días sin más.Saludos cordiales
ResponderEliminarLa contemplación no está reñida con la actividad, Charo. No es quietud, sino meditación, reflexión panorámica sobre la existencia Te prometo que mi actividad es bien intensa a lo largo de todas horas del día.
EliminarUn abrazo.
Casi siempre, inevitablemente tropezamos en la misma piedra. Pero observar nos ayudará a que sea menos veces.😘
ResponderEliminarPues sí, Katy, tienes toda la razón.
EliminarUn abrazo.
La contemplación y meditación es lo que nos da sabiduría y fuerzas para continuar la senda. El poder está en la mente y mientras las neuronas funcionen bien, podremos tener una vida activa, sana y en libertad. Un encanto leerte Francisco. Abrazo
ResponderEliminarTu comentario me ratifica y me hace feliz, Ceciely. No solo por lo que te encanta, sino porque apruebas lo que hago y me haces saber que voy por el camino que debo. Procuro moverme físicamente cuanto puedo, pero sobre todo darle trabajo a las neuronas para sentirme vivo. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
Tu poema es un reflejo de la vida misma. Somos un río que vamos camino de la desembocadura final.
ResponderEliminarBesos
Pero todavía no nos vamos, Antonia. Aunque nos quejamos de muchas cosas, de más de las que deberíamos, aquí se está muy bien.
EliminarBesos.
Esa capacidad de relación, ese recrearse en las aguas del río, sus cambios, sus silencios sabios y adormilados...Esa constancia en el camino, consciente de todo lo que aporta no la tiene cualquiera, si no ha leído, sentido, reflexionado y entregado lo mejor de si mismo. Precioso el poema.
ResponderEliminarMi abrazo esperanzado, aún están los caminos y carreteras heladas.
Logras que me guste más tu comentario que mi poema, María Jesús. Gracias infinitas por tu mucha ternura y por esta larga amistad que nos une.
EliminarUn fuerte abrazo.
tiempo sin venir...
ResponderEliminarse extrañaban su prosa, su rima
se agradece el compartir...
Muchas gracias, Carlos.
EliminarUn abrazo.
Siempre tropezamos con la misma piedra, cuestión de reconocerla a tiempo y seguir el camino.... Saludos amiga.
ResponderEliminarY es que no aprendemos en experiencia ajena, Sandra.
EliminarUn abrazo.
Hoy estás muy Manriqueño.
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